Puede que los números todavía no estén allí del todo, pero Adbert Alzolay se presenta como una carta subestimada del pitcheo venezolano en las Grandes Ligas. Allí en ese grupo, junto a otros talentosos brazos criollos como Germán Márquez, Pablo López y Jesús Luzardo, también se puede ir colando el nombre del nativo de San Félix.
Alzolay, quien se estrenó en las mayores en 2019, ha tenido, principalmente, apariciones esporádicas con los Cachorros desde entonces, razón por la que su estatus de novato se mantenía intacto al iniciar la presente campaña y por la que su corto currículum como ligamayorista suele pasar por debajo de la mesa.
Pero luego de un sólido desempeño en la recortada contienda anterior, en la que dejó una efectividad de 2.95 y un WHIP de 1.17 en 21.1 entradas de labor, Alzolay ha recibido este año su primera prueba extendida en el máximo nivel, exhibiendo resultados mixtos durante el mes y medio inicial de la contienda.
El derecho, de 26 años de edad, marcó un poco llamativo porcentaje de carreras limpias permitidas de 4.62 en sus primeras siete aperturas, aunque esa cifra fue de la mano con un excelente WHIP de 0.89.
Esos dos departamentos reflejan con certeza lo que ha sido el rendimiento del diestro en lo que va del año. Brillante en algunos aspectos y todavía deficiente en otros.
Experto en el arte de ponchar:
Una de las principales cartas de presentación del criollo ha sido su habilidad de pasar por la guillotina a los contrarios. En 37 episodios sobre el ruedo en 2021, Alzolay ha ponchado a 39 rivales, mientras que en sus 70.2 capítulos lanzados como grandeliga, el total de recetados alcanza los 81, derivando en una relación de ponches por cada nueve innings de 10.3.
Por otro lado, su gran problema hasta los momentos radica en su incapacidad de generar contacto débil cuando sus oponentes evitan la guillotina. Si bien para los toleteros resulta complejo chocar los envíos del venezolano por momentos, cuando lo logran, por lo general destruyen la pelota.
De acuerdo a Baseball Savant, Alzolay se posiciona apenas en el percentil 34 en el renglón de promedio de velocidad de salida y en el 36 en porcentaje de batazos sólidos.
Eso explica su tendencia a permitir cuadrangulares con mayor frecuencia de la deseada. Luego de registrar una desalentadora cifra de 2.9 jonrones por cada nueve innings en su año de estreno en la gran carpa, Alzolay mejoró en 2020 a tan solo 0.4; sin embargo, los castigos de largometraje han retornado en lo que va de este año, pues el prospecto ya ha tolerado ocho bambinazos, la segunda mayor cantidad entre todos los serpentineros de los oseznos tras la jornada del lunes.
Regresando a los aspectos positivos, Alzolay ha mantenido un control envidiable de la zona. En ninguna de sus primeras siete presentaciones hasta ahora, el venezolano ha regalado más de dos pasaportes y ni un solo contrario se le ha embasado por la vía de las cuatro malas en sus más recientes dos salidas (11 entradas).
Dicha capacidad de colocar la bola en la zona constantemente, también puede ser vista como responsable de que los rivales estén chocando la misma con tanta fuerza, pues es indicativo de que Alzolay podría estar ofreciéndoles demasiados pitcheos buenos.
Una de las claves para un lanzador es el control, pero muchas veces se suele confundir el control con el simple hecho de pasar la bola por el centro del plato con frecuencia. Control es la capacidad de un pitcher de colocar la pelota donde quiere, en el momento en que así lo desea. Frecuentar la zona de strike es, evidentemente, algo muy positivo, siempre y cuando se trate de pitcheos de calidad y no de los llamados «meatballs».
Con tan solo 17 apariciones en las Grandes Ligas, 13 de ellas como iniciador, es normal que Alzolay tenga detalles por trabajar y herramientas de su juego que pulir, por lo que sus aspectos positivos indudablemente sobrepasan a los negativos a la hora de encontrar motivos para entusiasmarse con lo que puede deparar su futuro en el beisbol.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía Cachorros.