Cuatro anillos. Cuatro premios al Jugador Más Valioso de la final. Y casualmente cuatro años después de su tercer título, el más impresionante de todos, obtuvo el póker. LeBron James demostró que aún le queda gasolina en el tanque, y junto a Anthony Davis llevó a los Lakers a lo más alto de la NBA, después de una década muy gris para una franquicia históricamente ganadora.
De las dudas a la cima
La temporada 2018-2019 lucía muy bien para Los Angeles. Finalmente los amarillo y púrpura tenían todo para regresar a la postemporada, como mínimo… Pero el «Rey» se lesionó. En un par de meses la ilusión se transformó en decepción: no le alcanzó a los angelinos para clasificar. Para colmo, se abrió el debate inevitable: «¿Estamos viendo la debacle de LeBron James?«
Nada más alejado de la realidad. Aunque sí es cierto que James ya comenzó su carrera contra el tiempo. Por ello los Lakers no podían permitirse que Brandon Ingram y compañía evolucionaran. Las improvisaciones, para más adelante. AD llegó para acompañar a Bron, y detrás de él, numerosos veteranos conformaron la plantilla. El título se convirtió en obligación.
La pandemia atacó cuando los dirigidos por Frank Vogel estaban liderando sin problema alguno la Conferencia Oeste. Al reanudarse la temporada, las dudas surgieron con más fuerza que nunca: LA perdió algunos partidos, se vio superado constantemente e incluso en el inicio de la postemporada muchos apostaron a que Portland les daría el golpe que los dejaría fuera de la contienda.
Sin dejarse llevar por los comentarios, ni por la presión de ser favoritos, el equipo continuó trabajando, viéndose cada día mejor en la duela. Hasta que cosecharon lo que sembraron.
El tiempo le dio la razón no solo a LeBron, sino al resto de la organización, que movió cielo y tierra para rodearlo lo mejor posible. Ganaron un título en condiciones inusuales, que fácilmente pudieron haber trastocado la armonía del grupo. Como bien dijo el coach Carlos Morales en la transmisión en español del último juego: «El que gane debería tener un asterisco, pero por lo difícil de la proeza«.
LeBron James merece respeto
Tras recibir su premio al Jugador Más Valioso de la final, LeBron James dio un discurso, como de costumbre. Pidió respeto para sus compañeros, para la organización, y por último, para él: «Quiero que me respeten a mí también«.
No es para menos. Mucho le ha perjudicado a LBJ que se le compare casi a diario con Michael Jordan. Generalmente este tipo de debates culminan en ofensas de parte y parte, y él, obviamente, es blanco de críticas.
Pero dejémonos de comparaciones. Son cuatro títulos. Es llegar a la cima del baloncesto con tres equipos distintos, en etapas distintas. Que a sus 35 años siga dominando físicamente al resto. Que fue capaz de reinventarse para ser un jugador más de equipo, entendiendo cuáles son sus límites.
Este póker lo respalda y llena de vitalidad a su legado. Agregó que aún tiene con qué. Así que lo mejor que podemos hacer es creerle, pues cada promesa que ha hecho la ha cumplido más temprano que tarde. No descalifiquemos, respetemos y comprendamos que lo que estamos viendo es la excepción a la regla, antes de que sea demasiado tarde.
MVP, campeón indiscutible
Escrito por: Jorge Fernández / @SirGeorgeF.
Foto: NBA.
Video: NBA.