Durante sus primeras dos temporadas en las Grandes Ligas, por allá en 2018 y 2019, Gleyber Torres fue considerablemente mejor que el jugador promedio; así lo reflejan sus OPS+ en cada una de esas contiendas, en ambos casos superior a los 120 puntos.
Sin embargo, en las siguientes dos zafras, cuando se esperaba que el venezolano se estableciera como una de las nuevas figuras estelares del juego, a la par de su compatriota Ronald Acuña Jr. y de los dominicanos Fernando Tatis Jr. y Juan Soto, Torres sorprendió con un bajón que lo llevó a registrar un OPS+ de 96, de forma combinada, entre 2020 y 2021.
Este año, con la incertidumbre respecto a su futuro en su nivel más alto, el caraqueño volvió a sorprender, esta vez de manera positiva, con un OPS+ de 134 en la primera mitad de la temporada, que sería el más elevado de su trayectoria como ligamayorista hasta la fecha.
¿La clave? Algunos ajustes en su mecánica en el cajón de bateo que ha estado implementando desde los entrenamientos primaverales con sus coaches de los Yankees, con la finalidad de poder utilizar más la parte de abajo de su cuerpo a la hora de hacer swing, tal como solía hacer en sus primeras incursiones en el máximo escenario.
«Gleyber alcanzó un cierto nivel e hizo lo que hizo en 2018 y 2019, y en un esfuerzo por mejorar en general, diría que de forma involuntaria, cortó su patada y giro (durante la mecánica) en un intento por abrir más espacios hacia el campo», le comentó Dillon Lawson, instructor de bateo de los mulos, a The New York Post recientemente. «Sabemos que así es como él crea la velocidad en su bate. No todos necesitan lo mismo y lo que Gleyber necesita no funciona para todos, pero sí para él», añadió.
Una mejoría completa:
En 80 juegos antes de la celebración del Juego de Estrellas 2022, el ex prospecto conectó para una línea ofensiva de .273/.330/.493, con 18 dobles, un triple, 14 jonrones y 40 carreras remolcadas.
«Ha creado una forma en la que todo se sincroniza y sus tiempos están completamente engranados, por lo que no tiene que pensar en ello», explicó Lawson. «Si lo apresura o hace mucho de alguna otra cosa, eso no lo ayuda. De hecho, lo afecta. Así que queremos que esté cómodo, porque eso es lo que le permite ser quien es».
Además de ello, el cambio de posición del campocorto a la segunda almohadilla también ha tenido su efecto en el desempeño ofensivo de Torres. La relativa menor exigencia del puesto número cuatro en el campo ha permitido que el criollo pueda relajarse un poco más en cada aspecto de su juego.
Pero no todo se ha tratado de ajustes y de regresar a lo que funcionaba previamente, sino que también ha surtido efecto la evolución que ha tenido el dos veces All-Star en los últimos años. Una de las cosas que notó Lawson es que varios de sus números, incluyendo su porcentaje de ponches, son mejores ahora de lo que eran incluso en sus primeras dos contiendas en la gran carpa.
«Para él, regresar a su enfoque previo es como manejar una bicicleta. Su disciplina en el plato realmente ha avanzado cada año, a pesar del bajón en la producción, y ahora tiene un mejor enfoque. Queremos que pueda juntarlo todo», señaló Lawson.
Como es costumbre con los peloteros que llegan nuevos a la liga, los eventuales «slumps» se deben a las respuestas de los lanzadores tras conocerlos un poco más y a los estudios que realizan para encontrar sus debilidades. Algunos logran evitar los efectos de esas reacciones de los serpentineros, mientras que otros sucumben ante ellas.
«Los lanzadores hicieron ajustes y posiblemente él fue algo lento a la hora de adaptarse a ellos», indicó un scout de la Liga Americana. «Pero se puede ver la diferencia este año, partiendo del hecho de que ha sido muy bueno en la segunda base, por lo que no tiene eso en su mente. Asimismo, ahora es un bateador más experimentado y ha aprendido de algunos de los bajones que tuvo en el pasado«, agregó.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía The New York Post.