Es inevitable que las comparaciones no salgan a relucir. Bien fuera con Gleyber Torres o con cualquier otro que recibiera la difícil tarea de tomar el testigo de Derek Jeter como el siguiente gran campocorto de presente y futuro para los Yanquis, resultaba imposible que tarde o temprano no comenzara el juego comparativo.
Para muchos, es una dinámica absurda; y tomando en cuenta que se pretende calzar a una joven promesa en los zapatos de un miembro del Salón de la Fama, posiblemente también sea muy injusta.
Pero como la vida misma, así también es el beisbol. Injusto en ocasiones, pero extremadamente gratificante en otras.
Torres, quien oficialmente asumió el rol de torpedero regular de Nueva York en la temporada pasada, seis años después de que Jeter jugara su último compromiso allí, ha sido el foco de atención en la organización más exitosa de las mayores desde su estreno en la gran carpa, tal como ocurrió en su momento con el inmortal.
En sus primeras dos campañas en el máximo escenario, el caraqueño recibió invitaciones al Juego de Estrellas, gracias a una línea ofensiva combinada de .275/.338/.551 en 267 encuentros disputados. Las conversaciones sobre cómo el nuevo hijo pródigo de los Yanquis había llegado y cuán promisorio era su futuro se apoderaron de cada rincón del Bronx.
Un tropezón en el camino:
Y entonces llegó el 2020 y los diálogos referentes al venezolano dieron un giro de 180 grados. En la recortada zafra anterior, Torres apenas pudo conectar para .243, con tres cuadrangulares y 16 carreras remolcadas en 42 desafíos.
Por si fuera poco, su primera asignación como paracorto de todos los días en Yankee Stadium no salió como prevista, pues el joven infielder marcó números defensivos muy inferiores a los del resto de los principales defensores de su posición a lo largo de la liga.
Algunos comenzaron a preguntarse si lo hecho por el criollo en sus primeras dos pruebas en la gran carpa había sido una especie de espejismo y si las comparaciones con Jeter fueron precipitadas. Otros prefirieron aferrarse a lo dañina que resultó la peculiar zafra pasada para muchos peloteros que terminaron con desempeños muy lejanos a los habituales, como Christian Yelich y Pete Alonso, entre otros.
De cualquier forma, hubo un aspecto de la temporada pasada que mantuvo vivo el juego comparativo entre el ícono de los neoyorquinos y la nueva joya del club: el rendimiento en octubre.
Como muchos de los grandes jugadores que han vestido el uniforme a rayas de los Yanquis en su exitosa historia, incluyendo a Jeter, Torres se crece en la postemporada, incluso cuando apenas da sus primeros pasos en la etapa culminante del calendario.
En sus 20 juegos iniciales en octubre, Jeter conectó 29 imparables para un promedio de bateo de .354 puntos. Además, sacudió tres vuelacercas, empujó cinco rayitas y anotó 18.
Por su parte, Torres acumula 26 incogibles en 21 duelos a lo largo de sus primeras tres pasantías en la postemporada, con 14 carreras anotadas, cinco bambinazos, 15 remolcadas y un average de .342.
“Este es el momento en el que necesitamos hacer el trabajo para nuestro equipo”, le comentó el venezolano a la prensa norteamericana tras el primer juego de la Serie Comodín ante los Indios el año pasado.
Una frase que, fácilmente, también pudo salir de la boca del siempre competitivo y oportuno Jeter.
A pesar de sus fallas durante la ronda regular, Torres le recordó a todos de su brillo en los siete duelos que disputaron los Yanquis en los playoffs de 2020. En el primer juego frente a Cleveland, el torpedero se fue de 4-4 y terminó la serie con cinco hits en siete turnos, además de sumar un jonrón y tres fletadas.
Mientras tanto, en los cinco juegos ante los Rays en la Serie Divisional, Torres disparó cinco inatrapables más, incluyendo otro estacazo de vuelta completa. El exprospecto ligó para .714 contra Cleveland y .313 frente a Tampa antes de que Nueva York quedara eliminada.
Más puntos comparativos:
En cuanto a su defensa, Torres no necesita ser una estrella con el guante, simplemente alguien a quien los Yanquis puedan confiarle la posición por varios años. Otro punto en el que es inevitable no compararlo con Jeter, quien a pesar de ganar cinco Guantes de Oro en su carrera de 20 años como ligamayorista, nunca fue reconocido como un paracorto con manos prodigiosas, ni mucho menos.
“El año pasado, me metí en problemas con mi ‘timing’. Le hice swing a demasiados pitcheos malos”, dijo Torres recientemente. “Traté de hacer demasiado. Este año, seguiré el plan que teníamos en 2019. Seré más seguro. Y si tengo la oportunidad de conectar un cuadrangular, lo haré. Sé que puedo sacar la pelota”, agregó.
Esa confianza, misma que fue una de las principales características de Jeter en sus dos décadas sobre el terreno del conjunto más mediático del beisbol, debe ser la siguiente página que tome prestada Torres del libro del inmortal. Para triunfar como campocorto en Nueva York, necesita también esa comparación.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía Yankees.