El 18 de agosto de 1934 nació en Carolina, Puerto Rico un niño que para muchos se convertiría en un héroe del béisbol latino. Estamos hablando del gran Roberto Clemente quizás el jugador hispano más importante en la historia.
El de Puerto Rico no solo fue grande por los números que dejó, sino también por la persona que fue dentro y fuera del campo.
La forma sencilla de entender la clase de persona que era Roberto Clemente se explica el día que murió. Era un 31 de diciembre del año 1972 y la ciudad de Managua, Nicaragua, había sido sacudida por un terremoto.
Al enterarse de esto “El Cometa de Carolina” (como también era conocido) decidió que quería ayudar de alguna manera a los afectados. A través de las noticias se podía apreciar que los militares encargados de la situación estaban administrando mal las ayudas internacionales.
Por lo que Clemente decidió ir personalmente para entregar el cargamento. Al poco tiempo de despegar el avión caería al mar y no habría sobrevivientes.
Por esta y más razones es que el de Puerto Rico es considerado un héroe. Dejar a su familia un 31 de diciembre por ayudar a otros.
«Cada vez que se tiene la oportunidad de hacer el bien y no se aprovecha, estamos desperdiciando nuestro tiempo en la Tierra», decía Clemente.
Es por eso que este martes celebramos su cumpleaños número 86. Porque Roberto Clemente sigue vivo en nosotros y su legado jamás será olvidado.
Primer Latino en el Salón de la Fama
En el mundo del béisbol Clemente fue uno de los pioneros para los jugadores hispanos. No fue el primer hispano en jugar en las Grandes Ligas pero muchos lo comparan con la situación de Jackie Robinson.
Al comienzo de su carrera también tuvo que convivir con insultos racistas, humillaciones, etc. No solo por el color de su piel, sino también por venir de un país latino.
Es por eso que Roberto Clemente como Jackie Robinson son figuras más allá de sus habilidades en el béisbol. Tuvieron que aguantar la mala forma de ser tratados y demostrar en el campo porque se merecen la oportunidad.
«Quiero ser recordado como un jugador de béisbol que dio todo lo que tenía para dar.»
“El Cometa de Carolina” tuvo una actuación sobresaliente en el campo de juego. Tras 18 temporadas en las Grandes Ligas, todas con el uniforme de los Piratas de Pittsburgh, llegó a conectar 3000 hits, ganó 12 guantes de oro, 12 juegos de estrellas y un MVP.
A esto también podemos destacar que ganó dos Series Mundiales y en una de ellas, la de 1971, fue nombra el Jugador Más Valioso de la Final.
Su trágica muerte, sus buenos números en el campo y la clase de persona que era fueron los factores que lo llevaron a ser nombrado el primer jugador hispano en el Salón de la Fama.
Importante saber que tras su muerte el comisionado cambió la regla y no se hizo esperar 5 años como de costumbre. Sino que ya para 1973 estaba en las boletines para su ingreso. Él y Lou Gehrig los únicos en ingresar de manera directa.
Premio Roberto Clemente
En 1973 el premio que reconoce la contribución de los peloteros a la sociedad y la capacidad de ayudar al prójimo se pasó a llamar “Premio Roberto Clemente”. Un detalle para recordar y honrar la gran persona que era el puertoriqueño.
Otro reconocimiento se encuentra en la entrada del Saló de la Fama. En el 2008 en un reconocimiento del béisbol a “Carácter y Valor” se revelaron 3 estatuas de los peloteros que habían marcado un cambio en el juego.
Lou Gehrig, Jackie Robinson y Roberto Clemente son las tres figuras que se encuentran en el Salón de la Fama y que son reconocidos por ese carácter y valor que tenían.
Roberto Clemente es un claro ejemplo de superación y de luchar por lo que uno cree correcto. Su tremendo amor por ayudar a los otros es que lo realmente deja como legado.
Fue un pionero para los peloteros latinos y le abrió el camino a muchos. Para muchos uno de los mejores jardineros que ha existo en toda la historia de las Grandes Ligas.
Muchos peloteros han pasado y muchos serán recordados. Pero muy pocos logran lo de Roberto Clemente, ser más grande que el juego.
Escrito por: Luis Álvarez/ @LuisAlvarez308
Foto: Cortesía