El deseo por mejorar es evidente. Los números no mienten y en estas primeras de cambio de la temporada 2022, Anthony Santander ha lucido como un bateador muy distinto al que se ha visto anteriormente. Su poder y capacidad de conectar la bola con fuerza siguen allí, pero ahora también vienen acompañados de una disciplina en el plato que era prácticamente inexistente en el pasado.
No se trata de una coincidencia, pues la paciencia en el cajón de bateo era una de las metas principales del margariteño durante la temporada muerta. Después de registrar porcentajes de embasado inferiores a los .300 puntos en cuatro de sus primeras cinco zafras en las mayores, incluyendo una campaña 2021 en la que marcó solo .286 en ese departamento, Santander sabía que para encontrar su mejor versión y poder competir contra el pitcheo ligamayorista, necesitaría no caer en tantas trampas.
Los frutos de su trabajo se vieron de inmediato. Antes de la jornada del pasado jueves en Nueva York, el jardinero se había embasado en cada uno de sus primeros 18 encuentros de la presente contienda, algo que ningún otro toletero de la Liga Americana podía decir.
Y a pesar de que dicha racha llegó a su fin, hasta antes de la faena de este lunes, el criollo se ubicaba como segundo en todo el joven circuito en pasaportes recibidos con 16, y su porcentaje de boletos de 17.6% estaba entre los mejores de todo el beisbol, según Statcast.
«Ha hecho un gran trabajo a la hora de desarrollar su plan en los entrenamientos», le comentó Matt Borgschulte, uno de los nuevos coaches de bateo de los Orioles, a The Baltimore Sun recientemente. «Se ha esforzado por encontrar el plan indicado en sus prácticas y lo ha ejecutado cuando entra en la caja de bateo. Eso le ha permitido generar esos espectáculos durante los encuentros», añadió.
Afinar la vista:
Gran parte de su trabajo en los entrenamientos ha sido con una pelota medicinal, que colocan sobre una cubeta en las prácticas de bateo. Mientras Santander realiza sus swings rutinarios, algunas veces se detiene y ve pasar la pelota por completo frente a él. Si la bola hace contacto con la pelota medicinal, eso quiere decir que estaba en la zona correcta y lo identificara como un pitcheo al que debe abanicarle.
Si por el contrario las pelotas no chocan, entonces quiere decir que fue una buena decisión aguantar el swing, pues cayó en una zona en la que, con casi toda seguridad, hubiese sido decretada como una bola mala por un umpire.
«En caso de que los envíos comiencen a caer en esa categoría, cuando llegue el momento del juego, sabré que esos son pitcheos a los que debería intentar hacerle swing«, reiteró Santander.
El isleño, de 27 años de edad, ya se había enfocado en mejorar su disciplina en el plato durante el spring training del año pasado, cuando consiguió 10 boletos en 13 encuentros disputados; sin embargo, dicha paciencia no se vio reflejada en la temporada regular, en la que solo cosechó 23 pasaportes en 110 desafíos y registró un porcentaje de persecución de pitcheos fuera de la zona de 32.9%.
Con todo y que el margen de evaluación es muy corto todavía, no deja de ser llamativo el hecho de que Santander ha incrementado su porcentaje de boletos en un 12.3% con respecto a la campaña anterior y que el de percusión de envíos malos se ha reducido a un 26.5% (fue de 32.9% en 2021).
Por si fuera poco, el guardabosques le ha hecho swing al primer pitcheo de un turno en un 20% de las oportunidades este año, una reducción de 7.9% con respecto a la contienda previa.
«Eso es algo en lo que ha trabajado muy duro en los últimos años, el no buscar pitcheos malos», indicó Brandon Hyde, dirigente de las oropéndolas. «En especial el hacerlo con dos strikes en la cuenta. Cuando Anthony está bien, es porque está abanicando a pitcheos que son strikes. No está persiguiendo las bolas quebradas».
Y es que parte del progreso de Santander va ligado a reconocer cómo lo atacan los lanzadores contrarios. Rectas altas fuera de la zona y bolas quebradas hacia la parte baja parecen ser la estrategia principal de los serpentineros contra el venezolano.
Particularmente, el patrullero tuvo problemas con las bolas rompientes en la temporada pasada, conectando apenas para un promedio de .132 ante ellas. Este año, mientras tanto, su average contra esos mismos pitcheos era de .350 antes de la jornada de este lunes.
«Mi enfoque se mantiene en encontrar los pitcheos dentro de mi zona y hacer algo bueno con eso«, sentenció Santander.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: AP.