En una noche tan humillante, el capitán debió dar la cara. No para poner el pecho y recibir las balas, porque eso viene haciendo Lionel Messi desde hace rato.
En una noche tan nefasta, como mínimo, debió hacer autocrítica. Su palabra vale mucho, es santa y su figura es respetada en Barcelona.
En una noche Déjà vu, como la que vivieron en Roma o Anfield, el líder debió plantarse. Al menos frente a las cámaras, no para alimentar el morbo: sino para enviar aliento a los que también la estaban pasando mal.
En una noche tan humillante, como nunca, su voz debería ser el punto de partida. Debió hacer el llamado a la vergüenza en el vestuario, hacerles saber a unos cuantos que estaban viviendo la peor humillación en la historia de un club tan gigante.
Messi: un capitán silencioso
Un video con cabeza gacha, semblante abatido; sin ver a nadie a los ojos; sin abrir la boca para desahogarse, se hizo viral mientras el Bayern Múnich tomaba un respiro para marcar cuatro goles más en el complemento.
¿El protagonista del video? Leo Messi, el capitán. El heredero de la cinta que dejaron Puyol, Xavi e Iniesta. No es nueva una imagen del rosarino así, de hecho en Argentina siempre lo criticaron por tener esas actitudes. Un tanto aislado de la realidad en la que está sumergido.
La camiseta 10 históricamente la lleva con orgullo el mejor jugador del equipo, en su defecto el más talentoso en la creación. Y esa la tiene Leo en su espalda porque representa todo eso.
Pero la cinta de capitán no siempre la lleva el más talentoso. La presume alguien con liderazgo y capacidad mental, para no dejarse llevar por los sinsabores que provocan los momentos más complicados.
El reflejo -positivo o negativo- que emana de un capitán, es altamente contagioso en un vestuario desorientado y sin rumbo claro hacia donde apuntar.
https://twitter.com/ESPNDeportes/status/1294429995302105091?s=19
Momento para ponerse a las órdenes de la reconstrucción
Su voz es vital para una renovación. Y debe ser, faltaba menos, con él. Para eso es por demás, imperante hablar y dar explicaciones de lo que pasa. Hay culpables y no precisamente es él.
Dejemos claro una cosa: Barcelona no le debe nada a Messi. Apostaron por él, cuando en Argentina lo ningunearon, y le renovaron cuanto contrato pudieron para mantenerlo feliz.
Messi tampoco le debe al Barcelona. No vamos a sacar los títulos que ha ganado desde se debut porque necesitaríamos muchos más caracteres. Es el mejor jugador en la historia de la institución. Punto.
Sin embargo, es el momento para que demuestre su barcelonismo más profundo. Así como esas historias de amor que se soportan en las buenas y en las malas, porque se motiva precisamente en eso: amor.
El club está en la obligación de salir de varias «vacas sagradas» y entre ellos el nombre de Luis Suárez, mejor amigo de Messi. Es vital, si se quiere empezar desde cero. Reconstrucción desde los cimientos que aún siguen en las profundidades de la Ciudad Condal.
Hay más señalados y los propios culés ya los nombran con apellido incluido.
¿Se cansó Messi de poner su pecho? Ese que para muchos es frío, pero en realidad sigue encendido. Y esa llama debe ser canalizada para ser quien ponga la primera piedra en el nuevo Barcelona.
Escrito Por: Raúl Zambrano Cabello / @zambranopoesia
Foto: Sport