El Barcelona se instaló en la final de la Supercopa de España, tras derrotar con comodidad por 2-0 al Athletic Bilbao, en el estadio King Abdullah Sports City de Yeda, con gol y asistencia de Pablo Páez Gavira ‘Gavi’.
El mediocampista adelantó al conjunto culé con un gol de ‘9’ al minuto 17. Entró al área como un delantero centro y remató de primera, con pierna uzrda zurda, el servicio rastrero del lateral izquierdo para firmar el 1-0 y desatar el delirio de los hinchas saudíes identificados con la causa ‘blaugrana’.
Y a inicios del complemento (52) sirvió una esférica para que Lamine Yamal ampliase la diferencia con un precioso control y un disparo de zurda ante el que poco pudo hacer el cancerbero vasco Unai Simón.
El Barcelona, del entrenador alemán Hansi Flick, sorteó así, sin mayor complicación, el primer escollo en el torneo que reúne a los campeones y subcampeones de la Liga y Copa del Rey y se juega sobre la base del formato ‘final four’.
Barcelona, justo finalista
La oncena catalana terminó con un 57% en posesión de balón y 14 remates, ocho de ellos con dirección al arco, estadísticas que dan cuenta de su dominio en el terreno de juego.
Eso sí, justo es decirlo, careció de efectividad, porque desaprovechó al menos un trío de ocasiones claras que le hubiesen permitido cerrar con una ventaja más amplia. Específicamente fue Raphinha quien tuvo una tarde de inusual falta de puntería.
Al Athletic, que solo pudo contar con Nico Williams por algunos minutos en la recta final del compromiso al volver de una lesión, le fue anulado un tanto por fuera de juego. La revisión del VAR determinó que un balón que llegó a Iñaki Williams provino de la bota de un compañero y no de los pies de Frenkie de Jong como la visual dio en principio.
La final de la Supercopa de España, que se juega en Arabia Saudita por compromisos económicos, podría registrar una batalla por el título en modo clásico, si es que el Real Madrid supera al Mallorca en la segunda semifinal, que se jugará este jueves desde las tres de la tarde, hora de Venezuela.
Por Carlos José Méndez
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