Los dedos de la mayoría apuntan a Danny Green como el gran culpable de la derrota de los Lakers este viernes, en el quinto juego de las finales de la NBA. Ciertamente erró el tiro ganador, ese que hubiese significado el decimoséptimo campeonato de los angelinos, pero ya está. Quedarse con dicha falla antes que con la grosera ejecución de Markieff Morris tras tomar el rebote ofensivo, es injusto.
Veamos la jugada una vez más, con cabeza fría:
Danny Green no la tuvo fácil
Primero, el pase no fue perfecto. Y sin ánimos de defender a Green, de inicio se vio obligado a reacomodarse. Eso condiciona sobremanera a menos que seas Stephen Curry. El propio LeBron James lo mencionó post-partido: «desearía haber hecho un mejor pase«.
El triple más complicado, por lógica, es desde el centro de la llave. Por último, a todas estas variables le agregamos las dos más importantes: el escenario y la mala racha por la que atraviesa el dos veces campeón de la NBA. Ahora el triple no luce tan fácil como imaginábamos.
La jugada no fue mal diseñada. LeBron juntó a varios marcadores en la pintura para liberar ese espacio. Miami eligió ese veneno y le resultó. Ninguno de los dos equipos se equivocó, estratégicamente hablando.
Más allá de ello, Danny Green debe vivir con su fallo. Usarlo como motivación para lo que resta es su tarea. Sigue siendo un tirador, no puede permitirse perder la confianza. A pasar la página.
De haber encestado, quizás sería recordado como un héroe, pero no por ello se iba a convertir en el Jugador Más Valioso de las finales. Con el fallo, tildarlo de villano es demasiado. Más cuando los Lakers aún están arriba en la serie. Si bien dejó ir una oportunidad única para él, no es el final del camino. Tarea mental que tanto Green como sus compañeros deben hacer de cara al sexto partido.
Markieff Morris: desorientado
La jugada premió a los Lakers con un rebote ofensivo. Lo tomó Markieff Morris, quien ejecutó peor que todos. Teniendo dos opciones claras de descarga, optó por un pase a la pintura muy comprometido que Anthony Davis no pudo tomar.
De hecho, tuvo la posibilidad de permitirle a Danny Green redimirse después de su fallo. No fue ágil mentalmente y acabó con las esperanzas de celebrar el título.
Un segundo o menos le iba a tomar a Morris devolvérsela a Green, quien se la pidió al instante. ¿Falta de confianza en su compañero? ¿Nervios?
El «villano» estaba en ritmo. Es decir, en su mente aún estaba fresco el fallo, pues había ocurrido solo tres segundos antes. Por ende, también lo estaba el ajuste necesario para no volver a errar.
Esto no quiere decir que con seguridad la iba a encestar, pero las posibilidades de éxito eran elevadas considerando el contexto ya explicado.
Como segunda opción muy viable estaba Kentavious Caldwell-Pope, quien fue clave en el cuarto juego y había mantenido su producción durante el quinto. Estaba en el campo visual de Morris, no pudo no haberlo visto. Además era marcado por Duncan Robinson, quien probablemente no llegaba a hacer el mejor cierre.
Markieff, queriendo ir a lo «seguro», terminó tomando la decisión más insegura de todas. Así se le fue el partido a los Lakers.
Escrito por: Jorge Fernández / @SirGeorgeF.
Foto: NBA.
Video: Starr Cards vía ESPN.