Dennis Rodman: una montaña rusa impredecible pero valiosa

Este 13 de mayo Dennis Rodman cumplió 59 años. “El Gusano” fue la personalidad más polémica de la NBA durante una época entera, así como también una pieza clave para dos equipos multicampeones: los Detroit Pistons y los Chicago Bulls.

Definitivamente no hay mejor momento para repasar la carrera dentro y fuera de la cancha de un icono que impactó al baloncesto en todos los sentidos que en su cumpleaños.

¿Qué marcó a Dennis Rodman?

La primera etapa de su vida, comprendida entre la niñez y la adolescencia, marcó al hombre en el que se convertiría más adelante. Su padre lo abandonó a él y a su familia, que no vivía en las mejores condiciones.

Además, la relación con su madre nunca fue buena, al punto de que ésta lo echó de la casa en más de una oportunidad. De hecho, Rodman vivió durante un tiempo en la calle.

Recibió una última oportunidad de su mamá con la condición de que hablase con un asistente técnico de la Universidad Estatal del Sureste de Oklahoma: Lonn Reisman.

Si bien dicha casa de estudios no era parte del circuito NCAA, sino del circuito NAIA, allí Dennis encontraría tranquilidad y sentaría cabeza. Promedió 25.7 puntos y 15.7 rebotes por partido. Listo para dar el salto.

Proveniente de una familia disfuncional y una vida callejera, un tí­mido Dennis Keith Rodman pronto llegaría al mejor baloncesto del mundo a dejar su huella, para bien o para mal.

Detroit: de la gloria al terror

Los Detroit Pistons lo eligieron en la segunda ronda del Draft de 1986, en el puesto 27. Rápidamente Rodman se dio cuenta de que había llegado a otro mundo. En especial porque llegó a un grupo de «Bad Boys», de los cuales formarí­a parte en poco tiempo.

Lonn Reisman vuelve a erigirse como una especie de «protector» de Dennis, al hablarle de éste a Chuck Daly, para entonces entrenador de los Pistons.

Daly, como el mismo Rodman aseguró, lo cuidó y se convirtió en su padre. Y «The Worm» se lo retribuyó en la cancha.

Sus minutos y sus rebotes por juego fueron siempre a más en sus primeras seis temporadas. De 15.0 mpj y 4.3 rpj en la campaña 1986–1987, a 40.3 mpj y 18.7 rpj en la temporada 1991–1992. Estos últimos registros fueron los topes en su carrera en dichos renglones.

Desde el banquillo en 1989, y asentado en el quinteto inicial en 1990, Dennis Rodman se convirtió en bicampeón de la NBA junto a los «Bad Boys», liderados por Isiah Thomas. También en la «ciudad del motor» ganó dos veces el premio al Mejor Defensor de la liga.

Pero las dinastí­as se terminan. Los Bulls de Michael Jordan acabaron con el «reinado del terror» en la 90′-91′. Al año siguiente los New York Knicks de Patrick Ewing eliminaron a los Pistons en primera ronda. Luego renunció Chuck Daly… Y el Dennis Rodman «inocente» dejó de existir.

Detroit lo alejó por años de sus traumas de la infancia. Pero súbitamente toda la «familia» se desintegró. Sintiéndose solo nuevamente, Rodman dejó salir lo más rebelde de sí­. Estaba desprotegido.

Durante la temporada 92′-93′, autoridades de la ciudad lo encontraron dormido dentro de su camioneta en el estacionamiento del Palace of Auburn Hills, sede de los Pistons para la época. El hecho, contado así­, no parece alarmante. Pero Dennis estuvo acompañado por un rifle cargado.

«Esa noche asesiné al viejo Dennis«

San Antonio: descontrol

Eventualmente, al final de la temporada 1992–1993 fue traspasado a los Spurs de San Antonio. Llegó a un equipo contendiente, que contaba con David Robinson como anotador estelar.

No obstante, allá no se sintió cómodo. Nunca se acostumbró, a pesar de que en la cancha siguió haciendo el trabajo que mejor sabí­a hacer: tomar rebotes.

Fiestas, alcohol, peleas en la cancha, suspensiones y un amorío con Madonna fueron más relevantes para la opinión pública y para la directiva del equipo que sus 17.1 rebotes por encuentro tras 128 compromisos con la escuadra texana.

Utah con John Stockton y luego Houston con Hakeem Olajuwon acabaron con las esperanzas de San Antonio en las dos temporadas que jugó Rodman en Texas.

Por supuesto, ya se habí­a vuelvo costumbre ver al Dennis con cabello multicolor, tatuajes y accesorios en el cuerpo. Los Spurs se hartaron, comprendieron que estaban en la dirección equivocada, y lo traspasaron a los Chicago Bulls.

«Soy el tipo que le está mostrando a los demás que está bien ser diferente«

Chicago: entre tí­tulos y controversias

Dennis Rodman se unió a Michael Jordan y Scottie Pippen para la temporada 1995–1996. Inmediatamente lograron la temporada récord de 72–10. Desde entonces, la historia la conocemos: tres títulos en fila.

Un núcleo fuerte en Chicago, con mentalidad ganadora, sostuvo a la montaña rusa impredecible que ya era Rodman, aun cuando éste, entre lesiones y suspensiones, se perdió 47 juegos en 3 temporadas.

Siguió siendo el reboteador dominante de siempre. En las tres campañas en las que jugó para Chicago fue el lí­der de la liga en rebotes por juego. Y en el segundo año consiguió establecer un tope personal de asistencias por partido (3.1).

Entre los escándalos, resalta la oportunidad en la que pateó a un camarógrafo durante un juego. Termino pagándole 200.000$ al afectado.

No se queda atrás el impactante momento en el que se «escapó» de la concentración del equipo y participó en un evento de lucha libre junto a Hulk Hogan, horas previas al juego 4 de las Finales de 1998.

Por último, mientras promocionaba el lanzamiento de su biografí­a, solí­a decir que contraerí­a matrimonio con una joven inteligente. En New York, el dí­a del lanzamiento, apareció vestido de novia, señalando que era bisexual y se casaría con él mismo.

La gente lo disfrutaba. Y en una época en la que todos querían ser como «Mike«, la tendencia se transformó en un «todos quieren ser como Dennis«.

Nuevamente, por más «loco» que fuese, su valía era incuestionable. En «The Last Dance» conocemos a fondo la historia en la que Rodman le pide a Phil Jackson un «descanso» en plena temporada 1997–1998.

Se fue a Las Vegas, y la libertad que era de 48 horas pudo convertirse en mucho más si no fuera por el propio Michael Jordan, quien lo fue a buscar personalmente para evitar perderlo por completo. El tí­tulo para cerrar por la puerta grande una dinastía única habla por sí­ solo.

Los Angeles, Dallas y el resto del mundo: debacle

Comienzo la reconstrucción de los Bulls, y Dennis Rodman recala en los Lakers. En el cuadro angelino solo disputó 23 partidos de 50 posibles.

El año siguiente fue firmado por los Dallas Mavericks. Recibió seis faltas técnicas, fue expulsado un par de veces y cumplió un juego de suspensión. Solo jugó 12 partidos y fue cortado. Así­ terminó su estancia en el mejor baloncesto del mundo.

Para 2003 volvió con el equipo Long Beach Jam de la American Basketball Association (ABA). Pero no logró conseguir un llamado a la NBA.

También tuvo pasantías muy breves por México, Finlandia y Reino Unido, además de partidos de exhibición en Filipinas. Estuvo más concentrado en su carrera como actor de cine y en sus participaciones en reality shows.

Ingresó en 2011 al Salón de la Fama del Baloncesto, tras una carrera en la que coleccionó cinco anillos, 6.683 puntos, 11.954 rebotes, 1.600 asistencias, 28.839 minutos y 52% de acierto en tiros de campo.

Dennis Rodman: más que corazón

Usualmente, solo se habla del Rodman que dejaba el alma y el corazón en cada salto y en cada choque. De su instinto natural para jugar al baloncesto. Pero realmente él era mucho más que eso.

Dennis analizaba a los rivales que iba a enfrentar con mucho detalle. Se sentaba a ver videos en donde no solo ponía el ojo en cómo se moví­an sus adversarios, también estaba atento de las trayectorias que el balón tomarí­a en cada situación.

Es decir, a la hora de jugar, él generalmente podí­a predecir con exactitud la dirección en la que la pelota rebotarí­a, teniendo la ventaja suficiente para posicionarse en una zona que le diera más posibilidades de tomar el rebote.

Si bien sus condiciones naturales representaron a un motor que nunca dejó de funcionar, es necesario reivindicar el talento adquirido que le dio su interés por conocer cada detalle del juego.

Él fue muy inteligente. No intentó ser el mejor anotador, otros podí­an hacer ese trabajo. Pero nadie podía hacer su trabajo. No como él lo hacía. Se enfocó en su mejor habilidad «base» y la potenció a niveles que nunca nadie más logró alcanzar. Era el mejor en lo que hací­a.

En fin, fue una montaña rusa que sufrió y disfrutó a lo largo del camino. Que hizo lo que quiso y generó dolores de cabeza y títulos de la NBA al mismo tiempo. Un balance impensado de eficiencia y rebeldí­a. Una montaña rusa impredecible pero valiosa.

Escrito por: Jorge Fernández / @SirGeorgeF
Fotos/Video: NBA, Jim Beckel (Oklahoman Archives), Vince Bucci (Getty Images), Chicago Tribune, BBC.
Fuentes: Basketball Reference, Documental «The Last Dance» y documental «30 for 30 – Dennis Rodman: For Better or Worse«.

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