«Simplemente no somos lo suficientemente buenos. Amo esta ciudad y he hecho todo lo que he podido… Esta situación es una locura. No creo que se pueda solucionar… Gracias». Sin guardarse nada por dentro, James Harden pareció dar una de sus últimas declaraciones como jugador de los Rockets. Así concluyó una nueva noche desastrosa para él y para su equipo. «La Barba» no da más en Houston.
La segunda derrota consecutiva -por paliza- ante los Lakers dejó en evidencia lo lejos que está el equipo dirigido por Stephen Silas del nivel mostrado en campañanas anteriores. Su récord es de tres victorias y seis derrotas, solo los Timberwolves iniciaron peor (3-7) en la Conferencia Oeste. No obstante, los problemas que viven los Rockets son mucho más complejos, su historial de triunfos y caídas no basta para evaluarlos como es pertinenete.
Por lo que venía haciendo Houston, su «debacle» es solo comparable a la de los Raptors, que tienen otro tipo de problemas. En la cancha vemos a un equipo texano sin alma, sin química, sin ganas de jugar, al menos no en ese entorno. Independientemente del récord, nunca se puede renunciar a los mencionados aspectos. Porque en caso contrario, realmente no existirá solución.
Todo se «pudrió» tras una serie de hechos que acabaron con la química y el buen ambiente en la organización: una eliminación dolorosa en la burbuja de Orlando, el fracaso de Russell Westbrook en su plantilla, la pérdida de Robert Covington, la salida de Mike D’Antoni y Daryl Morey, y lo más importante, el descontento de Harden, del cual teníamos conocimiento desde días antes de que comenzara la temporada.
En pocos meses, la franquicia pasó de tener al título de la NBA como su objetivo principal, a plantearse una profunda renovación, que de hecho en varios cargos realizó. Harden, con 31 años, claramente piensa en obtener el campeonato que se le ha hecho esquivo. A sabiendas de que Houston no está preparado para ello tan pronto como este año, ha intentado irse. Finalmente este martes, con otras palabras, lo dejó claro públicamente. Tiró la toalla.
El «peor» Harden
Solo faltaba que Harden hablara públicamente acerca de cómo se siente y de cómo concibe la situación en la que está Houston. Pero aunque no lo hiciese, su desempeño no daba lugar a las interpretaciones. Sus 24.8 puntos por juego es el peor promedio desde que llegó a los Rockets. Está tomando casi seis tiros de campo menos y cuatro tiros libres menos por compromiso.
Luego de iniciar el año con tres partidos de 33 o más puntos -incluyendo 44 en su debut-, acumula cinco partidos de 21 tantos o menos, incluyendo tres partidos en los que no superó los 16 puntos.
Claramente esto no se trata de un declive como jugador, o de una mera mala racha, precisamente porque nos acostumbró a verlo anotar más de 30 puntos por partido con una facilidad que solo le vimos a Michael Jordan. Se reduce a una falta de motivación en demasía que no puede tapar, que llegó al clímax.
Por su bien, y por el de los Rockets, ambos deberían intentar acordar una salida que los beneficie a ambos, y así darle punto y final una relación que se ha vuelto tóxica. De aquí en adelante, mantener sus caminos juntos solo empeorará la situación, que a decir verdad siempre puede ir a peor en estos casos.
No hay forma de que Houston solucione y/o renueve este año y mantenga el nivel que desea su estrella, ni tampoco hay forma de que la estrella se convenza de que puede competir en el equipo. Es hora de un cambio, y debe darse antes de que la temporada sea mucho más trágica para los involucrados.
Escrito por: Jorge Fernández / @SirGeorgeF.
Foto: NBA.
Video: House of Highlights.