Los «Bad Boys» de Detroit y las «Michael Jordan Rules»

Los episodios 3 y 4 del documental «The Last Dance» ya están disponibles. Y como cada lunes, mientras duren las emisiones, reflexionaremos acerca de lo que nos dejó la historia. La segunda entrega semanal profundizó en el escollo más complicado que enfrentaron los Chicago Bulls de Michael Jordan: los «Bad Boys» de Detroit.

Michael Jordan: «El odio se mantiene hasta hoy»

Con esa frase, «Su Majestad» nos regaló una prueba más de cuán feroz se convirtió la rivalidad entre los físicos Pistons y los aún inexpertos Bulls.

-¿Qué tal real era el odio entre aquellos Bulls y aquellos Pistons?
Los odiaba. Sí, el odio se mantiene hasta hoy -cerró Jordan con absoluta seriedad-.

En 1988 comenzó la batalla. Detroit venció en 5 juegos a Chicago para quedarse con el trono de la Conferencia del Este.

Un año después volvieron a encontrarse. Los Bulls estaban motivados y en ascenso, tras sorprender a Cleveland y New York en las rondas previas.

Cuando los «Bad Boys» estaban abajo 1-2, apelaron a las «Reglas para Michael Jordan» para recuperarse. La guerra mental y física funcionó.

Así se plasmó en el resultado final: Detroit ganó tres partidos seguidos para eliminar a los «Toros«. Posteriormente barrerían a los Lakers y ganarían su primer título de la NBA.

¿En qué consistían las «Reglas para Michael Jordan»?

Los Pistons de Chuck Daly revirtieron una complicada serie del 89′ ante unos irreverentes Bulls gracias a una discutida estrategia: Las Reglas para Jordan. Según vemos en el documental, estas consistían en:

  1. Debes detenerlo antes de que salte, porque cuando lo hace, es imparable.
  2. Cuando esté en los laterales, lo empujaremos a la esquina de la zona y el tiro libre y no dejaremos que pase a la línea de fondo.
  3. Cuando ataque, que siempre lo haga con su izquierda.
  4. Si está en la pintura, lo limitaremos desde arriba.
  5. Y si llega a la línea de fondo… Laimbeer y Mahorn lo derribarán.

Así de simple. Brendan Malone, para aquel entonces asistente técnico de Chuck Daly, las explicó sin inmutarse en «The Last Dance«.

No obstante, también es menester resaltar que las versiones acerca de la famosa táctica defensiva se han contradicho con el pasar de los años.

Rick Mahorn, ala-pivot de aquellos Pistons, comentó años atrás que todo se trató de una forma de despistar a la opinión pública, incluyendo a los Bulls, que cayeron en la trampa.

Isiah Thomas, estrella de los otrora bicampeones, señaló en el documental «Bad Boys», dedicado a la gesta de Detroit, que ellos resaltaban la fortaleza mental que tenían, pues los demás solo hablaban de la fortaleza física. Es decir, que no se trataba de lastimar a Jordan a como diese lugar.

El hecho es que Detroit consiguió lo que quería para ese momento: ganar. Y la verdad absoluta sobre las «Michael Jordan Rules» nunca la sabremos.

Todo indica, aún con historias distintas, que la estrategia existió. Y para los Pistons de Detroit, el fin justificó los medios desde todo punto de vista.

«Debíamos hacer todo desde un punto de vista físico para detenerlo«

Isiah Thomas

Phil Jackson: catalizador

Doug Collins fue el coach que cambió la mentalidad de los Bulls. Joven, con energía y capacidad suficiente para contagiar al resto del equipo. Los llevó lejos, pero le faltó estructurar mejor la ofensiva.

No se puede cuestionar, Collins hacía lo lógico: dejarle la cancha abierta a Michael Jordan. Pero pronto todos entenderían que para ganar hace falta más de uno.

Tex Winter, asistente, lo tenía más claro. Él abogaba por la implementación de un «triángulo ofensivo»: en dicho sistema los jugadores siempre estaban en constante movimiento, la bola pasaba por todos y las opciones de ejecución eran superiores a 30.

Winter le enseñó el sistema a Phil Jackson, también parte del cuerpo técnico. Y tras dos años de trabajo «en la sombra», Jerry Krause, gerente general, tomó la decisión que cambió para bien el futuro de la franquicia: despidió a Collins y «ascendió» a Jackson como entrenador en jefe.

Phil Jackson le hizo entender a Jordan que era más importante potenciar al resto de sus compañeros que terminar como el máximo anotador de la liga. Rápidamente recogerían los frutos cosechados.

La jaqueca de Scottie Pippen

Temporada 89-90. Segundo mejor récord en la Conferencia Este. Un conjunto listo para alcanzar la cima. Pero aun restaba un sufrimiento por padecer.

Chicago le ganó a los Bucks en cuatro juegos. Le tomó cinco juegos eliminar a Philadelphia. Por su parte, los «Bad Boys» barrieron a Indiana y después se hicieron cargo de los Knicks en cinco juegos. Revancha servida, nuevamente.

Detroit ganó los dos primeros juegos. Chicago empató la serie. Después se alternaron victorias en el mismo orden hasta llegar al séptimo y definitivo juego.

A pesar de jugarse en el «Palace», casa de los actuales campeones, los Bulls, según el propio Michael acota, se sentían listos para acabar con el reinado de los «Chicos Malos«.

Lamentablemente para los planes taurinos, Scottie Pippen, escudero de Jordan, despertó indispuesto el día de séptimo juego. «Me desperté y tenía una jaqueca horrible», señaló Pippen.

El mejor aliado del «23» no se pudo recuperar durante el día. Hizo todas las rutinas previas al encuentro, y lo jugó, pero en condiciones totalmente desfavorables.

Por momentos Scottie no podía ver, y en otros veía borroso. Terminó con 2 puntos, 2 asistencias y 4 rebotes en 42 minutos de juego. Encestó solo 1 de los 10 lanzamientos que intentó.

La debacle de Scottie Pippen cuando más se le necesitaba quizás no fue la única causa por la cual Chicago fue eliminado (74-93), pero definitivamente fue la más determinante.

Mientras los Pistons iban camino a su segundo título, el éxtasis de los Bulls tendría que esperar un año más.

Fin de la pesadilla: el cielo es el límite

Tras una eliminación que rompió el corazón de todo Chicago, el equipo decidió no tomarse vacaciones. Trabajo duro en el gimnasio con un único objetivo en mente: ser más fuertes que los «Bad Boys«.

Para ellos, pasar esa barrera significaba todo. ¿El título? Qué va, primero debían quitar del camino a su verdugo. Michael Jordan ganó hasta ocho kilos con miras a soportar la fortaleza física de los Pistons.

La revancha esperada se volvió a dar. La diferencia es que ahora los Bulls poseían la ventaja de localía y arribaban con el mejor récord de la liga.

Y no fallaron. Barrieron a los Pistons sin mostrar un ápice de debilidad, incluso en los momentos más «físicos» de sus rivales. No más miedo, ni inexperiencia, ni flaqueos mentales. Finalmente la era de los «Bad Boys» había terminado.

Las Finales de 1991 nos regalaron un cruce de titanes: Michael Jordan vs Magic Johnson. Chicago Bulls vs Los Angeles Lakers.

Producto del nerviosismo y de un mal partido, los Bulls cayeron en el primer duelo. Solo fue un espejismo. El equipo de Phil Jackson estaba armado y compenetrado para ganar todo.

Liderados por el eventual MVP de las Finales, Michael Jordan, por supuesto, los Chicago Bulls ganaron cuatro partidos consecutivos y ganaron el primer título en su historia.

Ya no había otro límite más que el cielo. La dinastía no volvería a ver hacia atrás.

Escrito por: Jorge Fernández / @SirGeorgeF
Fotos: CBS Sports, ABC 14 News, Marca, NBC Sports, Fanbuzz, USA Today.
Fuentes: Documental «The Last Dance» y documental «Bad Boys«.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba