Para bien o para mal, el beisbol continúa cambiando. En particular desde que el actual comisionado, Rob Manfred, tomó posición del cargo hace algunos años, la disciplina del diamante ha visto algunos de los cambios más radicales en su histórica existencia.
Desde la implementación de la repetición instantánea y limitaciones en la cantidad de visitas al montículo, hasta recortar de 15 a 10 días el tiempo de un jugador en la lista de lesionados y a la regla de que un lanzador deberá enfrentar como mínimo a tres toleteros antes de ser removido, los cambios no han parado.
La inmensa mayoría de la modificaciones han llegado como medida de contraataque para acelerar el ritmo del juego, y de acuerdo a MLB, así poder atraer a la cada vez más elusiva afición joven, principalmente en los Estados Unidos.
A pesar de que dichas alteraciones han generado un sinnúmero de críticas a lo largo de los años, Manfred se mantiene firme a su creencia de que, con miras a salvar el deporte, los cambios son y serán necesarios. La más reciente prueba de ello es el experimento que MLB realizará este año en la Liga del Atlántico, un circuito independiente que llegó a un acuerdo para trabajar en conjunto con el máximo ente peloteríl del mundo.
Las Grandes Ligas probará con dos escenarios en esta oportunidad: uno denominada como el «doble gancho», en el que básicamente se atará la existencia del bateador designado al lanzador abridor. Cuando el iniciador abandone el compromiso, su equipo perderá de forma automática a su designado. Con esta regla, MLB busca incrementar la actuación de los abridores en los desafíos, además de eliminar la estrategia de los «openers» que se ha hecho tan común en tiempos recientes.
He aquí el mayor problema:
El otro experimento – posiblemente el más controversial de ambos – es mover hacia atrás el montículo desde los habituales 60 pies y seis pulgadas de distancia hacia el plato, a 61 pies y seis pulgadas. La separación del home a la lomita no se ha visto alterada en las mayores desde 1893, lo que hace esta propuesta de Manfred más polémica aún.
Estas pruebas tendrían como finalidad romper tendencias recientes en el beisbol que han generado que menos pelotas entren en juego durante cada cotejo. MLB ha mostrado preocupación de que el aumento de ponches y cambios de serpentineros tengan un efecto negativo en el interés de los nuevos aficionados por la disciplina, pues cada vez pareciera existir menos acción entre las líneas de cal.
Los equipos de la Liga del Atlántico tienen previsto utilizar la distancia tradicional entre el plato y el montículo durante la primera mitad de su temporada y posteriormente cambiar a la separación propuesta para que MLB pueda comparar los resultados. En caso de que la oficina de las mayores esté satisfecha con lo visto a finales del año, estas nuevas medidas podrían ser añadidas al acuerdo colectivo que deberá ser discutido por las Grandes Ligas y la Asociación de Peloteros antes del inicio de la próxima campaña.
Alejando la lomita un poco más, MLB pronostica que lo que sería una recta de 93.3 millas por hora en la distancia tradicional, se convierta en una de 91.6 mph. con la nueva separación. Según un reporte de The Score, durante la era del «pitch-tracking» o seguimiento minucioso del pitcheo con estadísticas avanzadas, la bola rápida promedio se ha elevado de 91.8 mph. en 2008 a 93.5 mph. en la zafra anterior.
Aunque parezca cuestión de solo un par de millas por hora, esta propuesta de MLB podría afectar de forma considerable el tipo de juego que se ha visto sobre el terreno cuando menos durante la última década.
Desde el arranque de la recortada contienda pasada, los bateadores de las mayores han registrado .237 en el renglón de xBA ante rectas de 93 mph. Dicha cifra se incrementa a .273 frente a bolas rápidas de 92 mph. y a .334 cuando se trata de las que viajan a 91 mph.
La estadística del xBA utiliza la velocidad de salida de las conexiones, así como también el ángulo del swing para determinar la posibilidad de que una pelota bateada se convierta en hit, basado en imparables u outs anteriores con los mismos parámetros.
Por su parte, el xSLG se incrementó de .438 ante rectas de 93 millas por hora, hasta .632 cuando se trató de pelotas que marcaron 91 mph. en la pistola.
Los protagonistas no tardaron en quejarse:
«Creo que es la cosa más estúpida que he escuchado«, le comentó el pitcher de los Rays, Tyler Glasnow, a The Score sobre esta medida, antes de agregar que la misma es injusta para los lanzadores que han trabajado toda su carrera con la distancia tradicional. «¿Cambiarla de un día para el otro? Creo que la gente piensa que es más sencillo de lo que realmente es«, agregó.
En un intento por cambiar otra tendencia creciente como la de la elevada cifra de cuadrangulares, MLB modificó la pelota que se venía usando por una que, en teoría, era menos propensa a viajar distancias tan largas. Además, el ente también emitió un comunicado en el que le advertía a los lanzadores que estarían siendo monitoreados con mayor firmeza para prevenir el uso de alguna sustancia que pudiera ayudarlos a incrementar el movimiento de sus envíos, y por ende, obtener más ponches.
En estas primeras semanas de acción de la campaña 2021, esas medidas han fracasado. La cantidad de recetados está tan elevada como nunca, tomando en cuenta que un cuarto de las apariciones al plato han terminado en ponches. Asimismo, los vuelacercas tampoco han sufrido daño alguno hasta ahora.
Antes de la jornada del miércoles, los bateadores de MLB tenían un promedio colectivo de .234, que sería el más bajo registrado desde el siglo XIX. El average más pobre en una campaña completa fue de .237 en 1968, lo que llevó a la gran carpa a reducir la elevación del montículo unas cinco pulgadas rumbo a 1969.
Con el levantamiento de la loma en 15 pulgadas sobre la tierra, los toleteros dejaron una línea ofensiva de .237/.288/.340, mientras que al año siguiente, con un montículo con 10 pulgadas de elevación, ligaron para .248/.320/.369.
Sin embargo, volver a disminuir la elevación del morrito es algo que el coach de pitcheo de los Rays, Kyle Snyder, espera no ocurra nuevamente; de hecho, el instructor asegura que, ante sus ojos, sería mucho más sensato alejarlo que achicarlo.
«Si me preguntan, prefiero que la distancia sea más larga, pero que no se reduzca de tamaño. De lo contrario, creo que se verán más lesiones. Es solo una teoría mía, pero si reducimos la altura de la lomita otras cinco pulgadas, se verá una rotación (del brazo) más temprana debido a un movimiento más plano», dijo Snyder.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: AP.