Deolis Guerra brilla en un rol del que nadie habla, pero que todos necesitan

El fanático promedio podría ni siquiera saber en qué equipo está jugando Deolis Guerra en la presente temporada. Para los mismos seguidores de los Atléticos, en su inmensa mayoría, el nombre del venezolano puede ser el último que viene a la mente cuando se intente desglosar uno a uno el roster del club en la vigente temporada.

Guerra, de 32 años de edad, firmó un contrato de ligas menores con Oakland durante el pasado invierno y cuando la divisa empacó sus cosas y le puso punto final a sus entrenamientos primaverales, el diestro no estaba incluido en la plantilla de 26 peloteros rumbo al día inaugural.

Después de varias lesiones importantes a piezas del bullpen que sí generaban revuelo entre la afición, como el prospecto A.J. Puk y J.B. Wendelken, el nativo de San Félix recibió el llamado de la organización para reforzar el cuerpo de relevistas, tras la conclusión de la primera semana de actividades.

Desde entonces y contra los pronósticos de prácticamente todos, Guerra se ha mantenido en el staff de Bob Melvin; sin embargo, a pesar de su arribo permanente a las mayores, el criollo continuó bajo las sombras gracias a un rol que suele ser menospreciado por muchos: ese del llamado «comeinnings».

Pero si bien esa posición no viene con la adrenalina y fama de ser el cerrador o incluso uno de los preparadores, es una asignación de vital importancia para un dirigente a lo largo de un torneo de 162 compromisos. No siempre los abridores alcanzarán por lo menos las cinco entradas en sus salidas y alguien debe servir de puente hasta los episodios finales.

En encuentros abiertos, bien sea de un lado o del otro, algún serpentinero debe asumir la tarea de evitar que continúe la hemorragia para permitirle a su conjunto la posibilidad de remontar; o en el caso opuesto, brindarle descanso a los brazos que laboran en las situaciones de mayor presión, manteniendo el compromiso fuera del alcance de los rivales.

Todo con la finalidad, entre otras cosas, de evitar que un estratega se vea en la necesidad de colocar a un jugador de posición sobre la loma para recolectar algunos outs, como tan frecuente se ha vuelto en años recientes.

De los mejores en lo suyo:

En esa subestimada función, Guerra sencillamente ha lucido con los A’s hasta ahora. Apenas en su segunda aparición del campeonato, por allá el 13 de abril, el derecho ofreció un abreboca de cuál sería su valor para la tropa californiana. Luego de ingresar al cotejo en el cuarto inning con la pizarra en contra 4-1 frente a los Cascabeles, el criollo trabajó por espacio de tres entradas en blanco y para el momento en el que abandonó el choque, Oakland había igualado el mismo y terminó ganándolo.

La gran historia de ese duelo en Arizona fue la remontada de la ofensiva, pero indudablemente el sólido y silencioso trabajo realizado por Guerra permitió que ocurriera.

Este pasado viernes contra los Rangers, el veterano cumplió una asignación similar. El abridor de los Atléticos resultó castigado y tuvo que abandonar el juego en el tercer acto. Con su equipo todavía arriba en el marcador por dos carreras, Melvin acudió al espigado derecho, que sacó los siguientes siete outs para llevar el encuentro hasta el quinto.

Su actuación evitó que el resto de los brazos del bullpen, por lo general acostumbrados a laborar no más de una entrada, trabajara en exceso, al mismo tiempo en que le facilitó a los bates la opción de volver a inflar la pizarra en un triunfo de 10-5 para los A’s.

«Él ha sido uno de esos héroes anónimos de los cuales no hemos hablado mucho«, le comentó el infielder Tony Kemp a MLB.com sobre su compañero. «Entra y hace su trabajo. Ha tenido sus salidas difíciles, pero la mayoría del tiempo ha sido uno de esos tipos en los que nos apoyamos cuando estamos en aprietos. Es un arma importante para nosotros».

En efecto, Guerra ha tenido sus días negativos, como el 19 de mayo cuando le permitió tres rayitas en 1.2 innings a los Angelinos o más recientemente el pasado 2 de septiembre, jornada en la que toleró cuatro hits y tres anotaciones sin poder sacar ni un out contra los Tigres.

No obstante, tal como señaló Kemp, esas han sido excepciones que son naturales hasta para los pitchers de mayor renombre, sin importar su rol. Guerra ha sacado por lo menos cuatro outs en 15 ocasiones distintas este año, ha trabajado un mínimo de dos episodios ocho veces y ha completado tres actos en un trío de oportunidades.

Lo más importante para el venezolano es que, a pesar de una que otra asignación defectuosa, se ha recuperado prácticamente de inmediato en cada ocasión, sin caer en «slumps» prolongados.

Con una recta de promedio alrededor de las 91 millas por hora, Guerra está lejos de ser un brazo espectacular, lo que también contribuye a su poco reconocimiento público. Pero esa bola rápida cuenta con el suficiente movimiento como para hacerla una herramienta efectiva y su cambio genera una cantidad considerable de swings fallidos. Además, también utiliza su slider, sinker y curva para mantener a sus rivales fuera de balance.

Hasta la jornada de este lunes, la velocidad promedio de las conexiones en contra de Guerra era de 85.3 millas por hora, una de las más bajas en toda la liga.

En general, durante su sexta zafra en el mejor beisbol del mundo, el experimentado criollo registra una efectividad de 3.56, con 51 ponches y 17 boletos en 55.2 innings. Solo ha recibido cinco cuadrangulares.

Una nueva prueba de que cada cupo en el roster de 26 peloteros es clave para una organización. Algunos gozan de más fama que otros, pero si bien los Matt Olson, Starling Marte y Frankie Montas han sido esenciales para el buen récord de los «Elefantes Blancos» en 2021, no es descabellado decir que la historia global del conjunto podría ser muy distinta sin el único Deolis Guerra.

Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza

Foto: Cortesía MLB.com.

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