La histórica extensión de contrato que firmó Fernando Tatis Jr. con los Padres de San Diego esta semana, impactó mucho más que solo el futuro del dominicano y la organización. Indirectamente, el acuerdo por 14 temporadas y 340 millones de dólares afectará de forma considerable el destino y las ganancias de sus colegas del campocorto en un futuro casi inmediato, incluyendo al venezolano Gleyber Torres.
Esto no quiere decir que otros torpederos alcanzarán o sobrepasarán el abultado pacto del “Niño”, cuando menos por ahora; pero el convenio de la joven estrella fue un nuevo golpe sobre la mesa – sin duda el más sonoro de todos – con respecto a la continuidad de una tendencia en la que los conjuntos prefieren comprar algunos o todos los años de arbitraje restantes de sus jugadores más promisorios, en lugar de ver cómo, en la mayoría de los casos, sus valores se incrementan de forma alarmante cuando alcanzan la agencia libre.
Además del ejemplo de Tatis Jr., quien ni siquiera hubiese sido elegible para el arbitraje hasta 2022, también hay otros casos recientes de infielders como Jean Segura, que previo al arranque de la temporada 2017 firmó una extensión de contrato con los Marineros por cinco años (además de una opción del equipo para 2023) y 70 millones de dólares.
Por su parte, los Medias Blancas hicieron lo propio ese año con su paracorto Tim Anderson, en un acuerdo por seis temporadas y $25MM, que también incluye dos opciones del club. En 2018, los Cascabeles amarraron a Ketel Marte con un pacto por cinco campañas y $24MM, con otros $18MM disponibles si el conjunto hace efectivas sus opciones para 2023 y 2024.
Minnesota y Boston no se quedaron atrás:
En 2019, los Mellizos compraron los años de arbitraje de su torpedero Jorge Polanco con una extensión por cinco zafras y $25.75 millones (incluyendo opciones de la novena para 2024 y 2025). Un par de meses después, los Medias Rojas tiraron del gatillo con su campocorto Xander Bogaerts en un acuerdo por seis años y $132MM, junto con una opción sujeta a su desempeño para 2026.
No obstante, si bien estos casos dejan en evidencia la mencionada tendencia, es posible que ninguno de ellos ofrezca un ejemplo preciso de lo que Torres podría obtener de los Yanquis en una extensión.
En tiempo de servicio, quizás el de Polanco sea el caso más similar al del caraqueño; sin embargo, al momento de firmar su contrato, el quisqueyano tenía un OPS+ 101, considerablemente inferior a la marca exhibida por Torres en la actualidad de 122.
En cuanto a productividad, la situación de Bogaerts sería la más parecida a la del criollo, porque aunque su OPS+ era de 106 al momento de su firma, justo en 2018 registró la mejor cifra de su carrera hasta ese entonces con 135 en dicho renglón. Pero este caso tampoco resulta tan cercano al del Torres, pues a diferencia del venezolano hoy en día, el oriundo de Aruba estaba en su último año de arbitraje cuando llegó a un acuerdo con Boston, y la proximidad a la agencia libre sin duda alguna aumentó el valor de la oferta.
Ha pasado bastante tiempo desde que los Yanquis estuvieron en una posición similar en la que uno de sus jóvenes infielders era candidato a una lucrativa extensión de contrato, por lo que tampoco hay un antecedente reciente de cómo abordará la directiva el caso de su paracorto en el mercado de hoy en día.
Similitud con el caso de Canó:
La mejor comparación dentro de la organización podría ser Robinson Canó, quien firmó por cuatro años y 28 millones de dólares con el club previo al inicio de la temporada 2008, con opciones de la franquicia para 2012 y 2013 con un valor combinado de $29MM.
De hecho, el camarero incluso pactó con los neoyorquinos luego de transitar un camino muy parecido al de Torres hasta ahora, pues había disputado tres temporadas con un desempeño por encima del promedio (117 OPS+) y apenas era un año mayor que el criollo, que cumplió 24 años de edad el pasado mes de diciembre.
Según Fangraphs, un jugador debería recibir ocho millones de dólares por cada victoria sobre el reemplazo (WAR). En su año de estreno en las mayores en 2018, Torres marcó un WAR de 2.0, mientras que en su segunda contienda con los mulos alcanzó la marca de 3.6 en dicho departamento. El gran problema para las aspiraciones actuales del capitalino fue su flojo rendimiento en la recortada campaña anterior, en la que registró apenas 0.2.
En base al WAR conseguido en sus primeras tres campañas, Fangraphs calcula que en la agencia libre, Torres hubiese recibido 15.9 millones de dólares por su desempeño en su año de estreno, $28.9MM en el segundo y $1.3MM en 2020.
El dos veces All-Star sería un jugador con promedio de 3.0 de WAR en su joven carrera hasta los momentos, por lo que su salario anual debería estar entre los 24 y 28 millones de dólares, guiándonos por los cálculos previamente mencionados.
La historia pudo ser otra:
Con un sólido desempeño en la campaña anterior, es posible que los Yanquis pensaran seriamente la posibilidad de extender a Torres en la recién culminada temporada muerta, pero su promedio de apenas .243 y tres vuelacercas parecen haberles indicado a los ejecutivos del club que es mucho más recomendable esperar y ver qué ocurre con su torpedero en 2021.
Además, la defensa del venezolano también dejó muchas dudas en el aire, pues el cambio de posición al campocorto resultó una tarea más compleja de la esperada para Torres, que marcó -9 en la categoría de carreras salvadas a la defensiva y -5.0 en UZR como defensor de las praderas cortas de Nueva York en 2020.
Si bien Torres es lo suficientemente talentoso como para retomar su nivel de juego de las primeras dos campañas e incluso elevarlo aún más, con la espera también se presentarán otros inconvenientes que salen de sus manos.
Varios de los mejores paracortos de la actualidad se convertirán en agentes libres al finalizar la próxima temporada, incluyendo a Trevor Story, Javier Báez, Carlos Correa, Corey Seager y Francisco Lindor. Cada uno de ellos, con casi toda seguridad, generará mucha atención en el seno de los Yanquis, que podrían optar por entregarle a alguno el dinero que en estos momentos estaría destinado para Torres.
El posponer las negociaciones con el venezolano hasta después de la contienda de 2022, representará una nueva traba para ambas partes, pues la directiva de los neoyorquinos tendrá otra prioridad en su mesa: Aaron Judge, quien tiene previsto incursionar por primera vez en la agencia libre en 2023.
Firmar varios contratos multianuales en un mismo receso entre temporadas no lucía como un problema para los Yanquis de hace unos años, pero el sistema de gastar sin límites parece no estar operativo en las oficinas del Yankee Stadium por estos días. Nueva York sigue y seguirá siendo uno de los principales mercados del beisbol, pero en años recientes, los mulos han sido un poco más cuidadosos con su presupuesto.
Hace un par de años, los “Bombarderos del Bronx” básicamente se guardaron el dinero que podía estar destinado para Manny Machado y en su lugar acordaron con Gerrit Cole en la siguiente temporada muerta. En el pasado, un típico movimiento del club hubiese sido firmar a ambos.
Una campaña trascendental se aproxima:
Al final, el rendimiento de Torres en esta venidera zafra será de vital importancia para determinar la urgencia de la directiva por amarrarlo. Si el criollo es capaz de regresar a su forma de 2018 y 2019 o incluso alcanzar niveles superiores, seguramente Nueva York lo colocará entre sus prioridades para las semanas siguientes.
Por el contrario, si su desempeño vuelve a ser modesto – cuando menos para sus estándares – es posible que la directiva continúe dándole largas al asunto y que incluso comience a hacer planes con ese dinero para enamorar a uno de los peses gordos que caerán al mar a finales de este año.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: AP.