No sé cuántos aficionados al beisbol sientan la misma necesidad que yo en este momento. Puede que uno que otro o quizás ninguno. A lo mejor soy uno de miles o millones con la misma urgencia. Sea cual sea el caso, y aún sabiendo que el mensaje probablemente jamás llegará a sus oídos, me parece apropiado redactar algunas líneas en agradecimiento a Trevor Bauer.
La razón es muy sencilla. Como alguien que por lo general recurre a los números para intentar explicar sus puntos beisboleros – curioso, sabiendo que siempre he aborrecido las matemáticas – en esta ocasión me basta y sobra con apoyarme en lo que desde pequeño he adorado: la escritura.
Trevor Bauer le está devolviendo la diversión al beisbol, por lo menos ante mis ojos. Nunca he sido seguidor particular de su trayectoria, ni de la de ninguno de los equipos en los que ha jugado hasta ahora. Pero me resulta imposible no estar agradecido con uno de los principales responsables de que el deporte que he amado desde niño esté en uno de sus mejores momentos en varios años.
La complejidad del beisbol y su pausado ritmo de juego son dos de las características que lo hacen tan especial y atractivo para muchos de nosotros; sin embargo, también son dos de los motivos por los que la disciplina ha perdido popularidad durante las últimas dos décadas.
Intentos fallidos:
Las Grandes Ligas y su comisionado, Rob Manfred, han intentado revertir esa tendencia con distintas medidas para reducir el tiempo de duración de cada juego e incluso para incrementar la cantidad de bolas en juego y así hacer del espectáculo uno menos taciturno. Cabe destacar que en este último aspecto en particular, MLB ha fracasado de forma rotunda, si tomamos en cuenta que cada vez hay más ponches y cuadrangulares.
Dichas medidas de Manfred han sido aplaudidas por algunos y repudiadas por lo que parece ser la gran mayoría. Es entendible que el máximo ente peloteríl del mundo busque alternativas para elevar nuevamente la popularidad del deporte, que a pesar de seguir siendo reconocido como el pasatiempo nacional de los Estados Unidos, está muy lejos en la actualidad de los niveles de fama que gozan ligas como la NFL y la NBA.
Sean los ajustes correctos o no, es difícil criticar a Manfred por no quedarse de brazos cruzados, aunque indudablemente lo seguiremos haciendo.
Pero, ¿qué tal esta medida? Mercadear el triple a los jugadores, en especial a aquellos que marcan la diferencia, no solo con sus desempeños, sino también con sus actitudes.
El beisbol, como el baloncesto o el fútbol americano, es un deporte de equipos y la afición a lo colectivo siempre estará presente; es la razón para que cada ciudad posible sirva de sede para algún conjunto. Sin embargo, está más que comprobado que un solo jugador puede mover multitudes.
Se ve en la NBA con LeBron James en la actualidad y en la NFL con Tom Brady, solo por nombrar los dos casos más icónicos. Un solo atleta, bien mercadeado, puede ser capaz de atraer a miles de nuevos seguidores o incluso a los viejos que, por el motivo que sea, se alejaron de la disciplina en los últimos años.
Otro ejemplo muy claro es el de Conor McGregor con la UFC. Como un deporte relativamente nuevo, las artes marciales mixtas estaban en necesidad de ese Michael Jordan que fuera la cara de la disciplina a nivel mundial y les permitiera expandirse.
Con su polémica personalidad, además de su inmenso talento, el irlandés ha sido capaz de llenar esos zapatos, al punto de que hace poco más de una semana, la reconocida revista Forbes lo reconoció como el atleta mejor pagado del momento, por encima de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, James, Brady y pare usted de contar.
MLB necesita, con urgencia, mercadear mejor a sus peloteros y Bauer es uno de los primeros que debería recibir ese respaldo.
El lanzador de los Dodgers ha sido un dolor de cabeza para los ejecutivos de la gran carpa en tiempos recientes, debido a su posición con respecto al escándalo del robo de señas de los Astros en 2017.
Durante la recortada zafra anterior, luego de que Joe Kelly fuera suspendido por la Grandes Ligas tras intentar propinarle un pelotazo a Carlos Correa, torpedero de Houston y uno de los principales voceros de su club en las semanas posteriores al escándalo, Bauer notificó en las redes sociales que utilizaría unos «spikes» que, entre otras cosas, tendrían plasmadas las palabras «Free Joe Kelly» (Joe Kelly Libre).
Al final, el serpentinero, en ese momento miembro de los Rojos, no pudo hacerlo, tras informar que MLB le había enviado una advertencia en la que le comunicaban que, de utilizar dichos ganchos en su apertura, sería multado y posiblemente también suspendido.
Pero la realidad es que, por lo general, los grandes exponentes de cada disciplina son los rebeldes del negocio. Así pasa con McGregor y también con James. Son severos dolores de cabeza para sus respectivas organizaciones en momentos, pero la recompensa y beneficios que traen consigo opacan ampliamente los malestares causados.
La polémica genera popularidad y dinero. Es por eso que un youtuber como Jake Paul tiene fecha programada para medirse en el ring al mejor boxeador en la historia, Floyd Mayweather Jr.
Llegó la hora de ceder:
MLB necesita guardarse su orgullo por momentos y sacar provecho de esa rebeldía de Bauer que tantos likes y retweets, entre otras cosas, puede generar.
Eso no quiere decir que el ganador del premio CY Young de la Liga Nacional en 2020 debe tener rienda suelta para hacer absolutamente lo que le plazca. Cada organización debe tener una vara que mida hasta donde pueda llegar la osadía, pero el punto aquí es que MLB la dejó muy, muy abajo hace años y no se ha atrevido a levantarla.
Mike Trout es el mejor jugador que existe en el beisbol hoy en día, y aunque a muchos les cueste aceptarlo, tiene un buen caso para terminar su carrera como el mejor en la historia. El detalle con el jardinero es que su personalidad es distinta. No es el tipo que buscará polémica o tendrá los «bat flips» más impresionantes de cada jornada.
Su naturaleza, su temperamento es distinto y eso está bien, De Trout podemos seguir hablando día tras día de sus absurdos números, pero aprovechemos a los de personalidad intensa como Bauer, Fernando Tatis Jr. y Ronald Acuña Jr. para sumar el ingrediente faltante y regresar a este juego a donde pertenece.
Entre Bauer, Tatis y Acuña, quizás los tres jugadores más emocionantes que tiene el beisbol hoy en día, apenas sobrepasan el medio millón de seguidores en Twitter de forma combinada. Eso no está bien.
En sus innumerables intentos por expresar su jocosa personalidad, Bauer ha imitado la particular caminata de McGregor en múltiples oportunidades. MLB debería ahora hacer su parte y tratar de emular a UFC a la hora de mercadear esos arranques insumisos.
Recientemente vimos un nuevo ejemplo de que las llamadas «reglas no escritas del beisbol» deben desaparecer. Yermín Mercedes sacudió un jonrón ante un pitcheo del utility Williams Astudillo, en cuenta de 3-0 y con el marcador abultado a su favor, y terminó siendo juzgado por una ley – que no es ley – y que es absolutamente obsoleta.
Son ese tipo de cosas las que mantienen a este deporte como aburrido y robótico ante la mirada de muchos detractores. Quizás ellos nunca cambien de opinión con respecto al beisbol, sin importar los cambios que se hagan, pero por lo menos hay que garantizar que no arrastrarán con ellos a quienes todavía se mantienen fieles al producto.
Bauer ha despertado en mí un nuevo interés por el juego que no recuerdo haber tenido desde hace mucho tiempo (quizás nunca en mis 30 años de vida). Más allá de presenciar las jugadas extraordinarias y los batazos dantescos que siempre me han enamorado, el estelar de Los Ángeles ha creado en mí la expectativa sobre qué celebración novedosa realizará después de cada ponche o culminación de cada inning.
¿Será el «McGregor Strut» otra vez o nos sorprenderá como lo hizo este pasado viernes con una celebración guardando su espada invisible?
En su siguiente apertura, pueden estar seguros de que voy a estar sintonizado para averiguarlo.
Y ese tipo de actitudes son contagiosas. Bauer ha abierto la puerta para que otros que gozan de esas personalidades jocosas sientan la libertad de mostrarlas en el campo. Tatis Jr. le respondió la burla a Bauer tras conectarle un cuadrangular en la más reciente serie entre Dodgers y Padres y taparse un ojo de la cara después de pisar la primera almohadilla.
En Twitter, Bauer intentó mofarse del dominicano y este le respondió con una imagen alterada en la que se le veía sosteniendo a un niño con la cara del pitcher y un mensaje que leía «Tranquilo, hijo«.
¿A quién no le gusta eso? ¿Tienen idea de la expectativa que habrá en el próximo enfrentamiento entre ambos? ¡Todos estamos esperando con ansias ese momento!
Hace un par de días, Acuña Jr. sacudió su primer bambinazo para dejar en el terreno al rival y lo celebró mirando a su dugout y dicendo: «Se acabó. It’s over«, al mismo tiempo en que gesticulaba con sus manos.
Esa fue la nueva versión de las tantas que ha utilizado el venezolano para expresar sus emociones en el terreno. La más común este año ha sido verlo realizar con sus manos el famoso «mix it up» (mézclalo), que fue imitado por el pequeño hijo de su compañero de equipo, Freddie Freeman, hace pocos días, segundos después de que el chipilín también hiciera la celebración del «selfie» que ha hecho popular el quisqueyano Marcell Ozuna.
Y así como el pequeño Charlie Freeman, miles y miles de niños disfrutan de esas peculiaridades de sus jugadores favoritos.
Así como en el inicio de las relaciones amorosas, el físico atrae, tal como puede resultar llamativa alguna jugada defensiva sobresaliente o un jonrón kilométrico, pero al final es la personalidad la que enamora y termina de enganchar.
Vaya mi total agradecimiento a Trevor Bauer por su esfuerzo de romper tendencias decrépitas en un juego que aclama por evolución cada día.
Y unas «gracias» extendidas para Tatis, Acuña y todo aquel que se anime a subirse al tren de la personalidad dentro del diamante.
El beisbol los necesitaba.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía Dodgers.