Si nos preguntan de nuestra visión sobre el encuentro entre Monagas y Deportivo La Guaira, en el emocionante cierre de la fase final A de la Liga FUTVE, no vamos a negar que para nosotros los orientales tenían la balanza a su favor.
El crecimiento del esquema del conjunto naranja arropó un estilo contundente y pobló con argumentos una barrera desde el fondo, clara para desplazarse y conquistar con su ataque el arco enemigo. Dos goles que dan contundencia.
Más allá de los horarios de los tres juegos, queda claro para el balompié venezolano, un torneo de fuego hasta el último minuto. Con oportunidad de lectura dado los dos encuentros previos, dejando para 90 minutos todo el peso de una estrella para los más ganadores en el histórico criollo.
Un Clásico para definir la estrella de la Liga FUTVE
Caracas avanza, no es sorpresa. San Vicente por fortuna va a jugar en su terreno y el peso local puede abrir una ventaja, aunque los reflejos de memoria también le otorgan a Tolisano y compañía la posibilidad de una conquista épica al pie del Ávila.
La acción ofensiva de los rojos es una virtud y su potencial de ébano para ir al encuentro de sus rivales es una carta fantástica e irrefutable.
Táchira con argumentos podría soldar un tanque en la mitad y encontrar el terreno para bombardear por los angostos caminos centrales y por qué no en sus letales cambios de frente que han permitido su gran ventaja, a veces lúdica, ante los tres palos.
Una final de oro. Un Clásico para definir la estrella. Los protagonistas en la cancha necesitan en el terreno una afición limpia en la tribuna. Ninguna es menos o más que la otra. Es una oportunidad para abrir campaña a la tolerancia deportiva y dejar como ejemplo un protocolo de seguridad que invite a la sensatez del fanático.
Que impere la paz en las tribunas
Los dos últimos encuentros entre rojos y aurinegros han dejado sabor de buen fútbol, pero un amargo fuera de la cancha.
No puede perder la oportunidad la Liga FUTVE para instar a la paz, a la armonía, a la familia en la tribuna. Replicar o avalar las malas prácticas de las barras fuera de nuestras fronteras son acciones de catarsis ridículas que debemos enterrar entre todos. Es un papel de ir contra el vandalismo vestido de hincha, contra el hampa disfrazado de alegría.
A estas cosas debemos llamarlas por su nombre y no colocar trapos de agua caliente. No necesitamos de una tragedia gigante, por encima de la ya sucedidas en menor expresión, no menos importantes.
De lo deportivo a lo social. Nuestro fútbol bajo la mirada de todos. Rebeldía y acción en el terreno, más no canallas en la gradas. Fuera de nuestro fútbol quien no entienda la evolución y el equilibrio del hombre, quienes se quedaron en la evolución deben entender la fraternidad del deporte.
Olímpico, ¿la sede ideal para una final?
Sábado 11, 6.30 pm, momento de encuentro para el balón venezolano. Atentos a lo táctico, quién ganará la batalla en la lectura. En lo físico, en la garra. Podrá Táchira una vez más derrumbar las torres en la fortaleza del Caracas o el legado de Valentiner crecerá en estrellas.
El Olímpico es una prueba de final única, a nuestro entender, igual que con la selección, no el mejor sitio para albergar un cierre de tamaña jerarquía por los espacios operacionales en lo que a medios y otros detalles se refiere.
El final llega y la guerra de los techos rojos y el mágico hechizo de los paisajes andinos es una certeza. El encargado en levantar la Copa que celebre con honor y junto a la liga. El equipo que ceda, entregue un momento de virtud por el bien de balón. Es necesario de lo contrario se escapa de las manos y lo deportivo no tendrá el valor deseado en lo social.
Los jugadores y el cuerpo técnico, protagonistas son los primeros responsables en dar ese paso, el ejemplo. Parece una locura pero el abrazo entre ambos equipos puede marcar un comienzo. Ojalá y para este domingo no lleguen los fantasmas, es tiempos de derrotarlos. La victoria sea del fútbol.
Escrito por: Joel Casanova / @joelcasanova
Foto: Cortesía