Trazas históricas: Roniel Campos acumula triunfos y abre expectativas

Las puertas de una nueva edición de la Vuelta al Táchira, la 56, se cerraron. Roniel Campos, de la efervescente cantera de Nirgua en Yaracuy, volvió a quedarse con el triunfo, segundo al hilo, condición que le permite ahora, vestido de frac, ingresar a clubes exclusivos, como el de bicampeones, apenas de cinco integrantes en forma consecutiva y, además, abrir grandes expectativas para el año próximo porque tendría la oportunidad de ser el único campeón con tres títulos en seguidilla.

Campos, en el preludio de la Vuelta al Táchira, casi frente a los mismo rivales  dio un asomo al vencer en forma rotunda en la Vuelta a Bramón, reducida por razones circunstanciales a apenas un par de etapas.

Poco días después, en la fracción inicial, la de engranaje en la Vuelta al Táchira, terreno llano extendido entre Lobatera y El Vigía, conquistada por el Italiano Mateo Malucelli, Campos oteó el panorama, avistó la grandeza de un pelotón de 147 participantes, enriquecido por la presencia del colombo español Óscar Sevilla, a la postre su gran rival, aunque disminuido por la ausencia obligada a última hora de los seis representantes de Guatemala.

Sevilla, batallador, incisivo, al final fue segundo en la general, clasificación que dejó en tercera casilla a Danny Osorio, quien completó el podio de honor, al cual retornó Colombia después de once años de ausencia.

Encendido de turbinas

Un circuito metropolitano en Mérida, alrededores de Ejido, quebró piernas, desgranó capacidades para mostrar al final el duelo avisado, el campeón defensor, Roniel Campos ante un debutante de 44 años, pero con mucho lujo y cartel, Óscar Sevilla, con victorias incluidas en Vuelta a Colombia y Clásico RCN, para sólo asomar dos.

El nativo de Nirgua, turbina encendida en los metros finales hizo suyo el triunfo para inmediatamente vestirse de amarillo, a sabiendas de estar respaldado por un colectivo de mucho peso, Atlético Venezuela, con filial incluida: JS Cycling que, entre otros beneficios presentó en sus filas a José Isidro Chacón, quien tuvo la oportunidad de empatar la histórica marca de Raúl Saavedra con 21 participaciones.

Fragilidad en La Grita

En el tercer capítulo, con trepada final hasta La Grita, terreno de dominio amplio en años anteriores por Leonardo Sierra, quien atesora allí cuatro triunfos, Roniel Campos, en el segundo round de un duelo de cuatro, repite el triunfo de la jornada anterior con test incluido en los casi asfixiantes 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar.

El test le permite a Campos y su cuerpo de técnicos, el cubano venezolano Gil Cordovés y el larense Danis Yépez, observar en Óscar Sevilla, pese a su condición de escalador, que tiene grietas, fisuras en su condición al ceder invaluables 17 segundos luego que el bicampeón Campos aceleró en la arremetida final.

Desnudez en la crono

Sevilla, oriundo de Albacete en España, territorio conocido por la fabricación del queso manchego, aunque radicado en Colombia desde hace diez años, en la cuarta fracción, crono de 18 kilómetros entre Táriba y San Cristóbal, sacó a relucir todo el peso de su historial para repeler la acción de Campos en las dos jornadas precedentes y revertir, adecuar a su manera el cuadro de la clasificación general al ser el nuevo líder con ventaja que rebasaba el minuto.

La acción demoledora de Sevilla, envuelta en todo el espesor de su experiencia, dejó al descubierto las debilidades de Campos frente al crono al ceder ese día exactamente dos minutos. Ese resquicio, ese hándicap es tarea pendiente para el yaracuyano.

El duelo, dos-uno, reverbero en mano, atizado por el toma y dame era cuantitativamente favorable a Campos pero el manchego cafetero paladeaba el manjar al ser dueño de la amarilla.

Trío ponderado tensa la cuerda

La quinta fracción, que en definitiva fue la decisiva para moldear al campeón de la edición 56, mostraba en el horizonte todo el espesor y aroma de la montaña andina. Espesor de las trepadas, matizadas por el mal estado, peligro de la carretera, que hicieron evocar la edición inicial en 1966 y el aroma, embriagante, del verdor de Pregonero y sus alrededores.

Despejada la planicie de los kilómetros iniciales, Manuel Medina, entregado a tareas de legionario, aferrado a sus condiciones de escalador, abrió camino junto a su compañero de equipo Jorge Abreu. Más adelante se unió Roniel Campos y en trabajo acompasado, demoledor, el trío quebró en definitiva a los rivales. Medina y Abreu marcaban el paso y Campos, reservado, en oxigenación plena seguía la rueda.

Óscar Sevilla, sorprendido en la estrategia, cauteloso por el maltrecho camino, atrás, bien atrás, refundido en el pelotón y en las esperanzas, cedió la ración de tiempo suficiente para ser desplazado de la posición de honor. Su esfuerzo en solitario ante la ausencia de compañeros de escuadra para la alternancia en el esfuerzo, al parecer, minó sus condiciones y cambió propósitos.

Campos en expresión máxima

Con la escena favorable para el disfrute, a placer, Abreu, gastado en su esfuerzo, cedió ante Medina y Campos, dupla que enfiló victoriosa hacia Pregonero, con la sorpresa que el tricampeón Medina sufrió desperfectos en su bicicleta, espoleta que activó a Roniel Campos, ante la temeridad por el rival y la ansiedad de sacar el mayor tiempo posible a su favor.

Medina, pese a su esfuerzo fracasaba en el intento de abonar su triunfo parcial 14 en la Vuelta al Táchira para ser el líder histórico al compartir 13 actualmente con César Salazar.

Campos, sin desmayo, otra vez turbina en expresión máxima, vació, sin reserva todo su capital y sacó en ganancia 2:31 de renta, la suficiente para quedarse a la postre con la corona, aunque tenía que superar en las etapas sucesivas los ascensos hacia Casa del Padre y Cerro El Cristo. El duelo lo inclinaba 3-1 a su favor.

Fracción de expectativas

Superado el rigor y el peligro de ir hacia Pregonero con Roniel Campos en plan de renacimiento luego de la lucha individual ante el crono, Casa del Padre alentaba expectativas.

La primera de ellas radicaba en la capacidad de recuperación de Campos después del esfuerzo del día anterior, amén de lo expuesto frente al cronómetro para no ceder mucho tiempo. La segunda recaía en Óscar Sevilla y el abanico de propuestas que tendría para intentar recuperar el liderato conocida su capacidad de lucha, aunque el desgaste también era notorio para él.

Al traste todas. Un permitido pelotoncito de trece ciclistas, con apetencias, pero retrasados a más de veinte minutos, formado por cuentagotas en los 60 kilómetros iniciales de superficie lisa, llana, le permitió al nativo de Amazonas, Anderson Paredes racionar sus fuerzas y los seis minutos de ventaja con los que asumió las rampas que dan acceso a Casa del Padre.

Los protagonistas principales, gregarios incluidos optaron por no agredirse.

Réplica en la estrategia

Cerro El Cristo, paraje ubicado en Capacho, pueblo siempre avivado para la espera de la Vuelta al Táchira, ahora castigado severamente por la pandemia era la siguiente gran cima a rebasar.

Las estrategias, avisadas, se dieron en réplica del día anterior. Es que, luego de la jornada cumplida hacia Pregonero, todas las cartas quedaron al desnudo sobre la mesa.

La clasificación general estaba fraccionada en dos partes. La primera definía que la pugna era entre dos, Campos y Sevilla. El campeón estaba obligado a ser la sombra del colombo español, como en efecto lo fue.

Por las diferencias existentes del tercero hacia abajo, segunda parte de la clasificación, todo movimiento, esfuerzo tenía que ser controlado por los gregarios, de lujo unos.

La tarea estaba facilitada sencillamente porque Sevilla no tenía fichas en su escuadra, al campeón le sobraban, para trazar cualquier estrategia que permitiera rebasar a Campos y por eso, el pelotón quedó adormecido en las tres jornadas que lucían excitantes.

Así, luego de Rubio, José Alarcón, exponente de altos quilates en tiempos pasados, subcampeón de José Rujano en el 2010, con apenas tres segundos de diferencia, firmó su quinto triunfo parcial, uno de ellos en 2009 y los tres restantes en 2010.

Cierre en la urbe


La jornada de cierre, octava, en lo que parecía pacto sellado al estilo de las grandes competencias, mostró a los sobrevivientes de la gran faena en las vías de enlace entre Táriba y San Cristóbal. Sólo restaba por conocer al vencedor.

El suizo Simon Pellaud, combativo en las jornadas finales, que en el embudo de los últimos diez kilómetros superó adversidades al equivocarse en la ruta, afiló sus garras para bajar el telón, un gran telón que en el trasluz deja, como siempre, vivencias y experiencias, apuntaladas en esta oportunidad por la gran condición exhibida por Roniel Campos y las escuadras del naciente Atlético Venezuela que debuta a sus anchas, por todo lo alto, como otrora lo fue Lotería del Táchira, el club más longevo del país, tristemente venido a menos luego de una excelente, brillante hoja de triunfos y desempeños en la Vuelta al Táchira.

Pellaud, un europeo que adoptó a Medellín (Colombia) como su tierra de residencia, se convirtió en el segundo suizo en fabricar un éxito parcial en la ronda andina, después del logrado por Gilbert Bishoff en 1973. Este corredor es ficha del Androni, elenco en el que también aparece entreverado Matteo Malucelli, ganador de la jornada de arranque (Lobatera-El Vigía), quien así firmó su tercera conquista de etapa en la carrera predilecta de los venezolanos, sumadas las dos que logró en 2018, y se convirtió en el italiano con más festejos (3) en la cita.

También, pese a las circunstancias, la de salud en primera instancia, con opiniones en contraste, los tachirenses defendieron uno de sus principales patrimonios, la Vuelta al Táchira, que con la inclusión a última hora de Óscar Sevilla, debutante de lujo, mucho cartel, retoma los escalones que la eleven, como antes, a los rangos principales de la Unión Ciclista Internacional (UCI).

Desarrollo a lo clásico

El ciclismo, abatido muchas veces como deporte por la ingesta de sustancias prohibidas, retoma en tiempos recientes su grandeza y lo hace con nuevas propuestas, figuras emergentes, muy jóvenes, 20-21 años, que prácticamente hacen añicos las teorías clásicas referentes a que la explosión, rendimiento, esplendor máximo de un ciclista se daba luego de los 26 años.

En una breve conversación telefónica con el entrenador larense Danis Yépez, luego de alabar las condiciones de Roniel Campos, entramados en las teorías clásicas, advertimos sus 26 años de edad y su par de triunfos en el Táchira, lo que lleva a pensar que podrían darse otras más.

Yépez, pausado en la conversación como es su costumbre, exitoso en su tarea sin ser retrógrado u ortodoxo, advierte que sí y la mejoría en la condición de Campos, al igual que su técnica en el desempeño sobre su bicicleta lo pueden llevar hacia otras dimensiones, aprovechables en el Táchira y Venezuela, salvo que, una partida hacia el exterior cambiaría las estrategias y las expectativas.

Asombro y elogio

Finalmente, digna de asombro y elogio la actitud de Colombia con la Vuelta al Táchira, porque en revisión de los tres últimos años, lista oficial de participantes en mano, entre los 358 participantes, 165 de ellos lo han hecho en condición de debutantes y Colombia, con 85, ha aportado casi el doble de Venezuela, 48. Ecuador país emergente en ciclismo 10, y en proporciones menores, Italia (9), Panamá 6), República Dominicana (3), Costa Rica (2), España y Suiza con uno cada uno.

Para Colombia los últimos años han sido esquivos los triunfos. La tercera posición de Danny Osorio, retorno al podio después de once años, alienta esperanzas con las nuevas camadas que se han hecho presentes, las cuales empujan con mucha fuerza,  como lo hicieron ahora, solo que se les atravesó Roniel Campos, porque las cuatro posiciones subsiguientes fueron ocupadas por representantes colombianos.

Así las cosas.

Escrito por: Frank Depablos Useche / @Frankdepablos1

Foto: Prensa Vuelta al Táchira

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