Desde las tribunas y el palco de prensa, va mi agradecimiento a Luis Ávila

A Luis Ávila y a aquel equipo entero de los Leones les debo muchas cosas. Para empezar, tengo que romper un paradigma muy famoso entre los periodistas que nos encargamos de cubrir deportes y revelar de qué equipo crecí siendo fanático. Totalmente, del Caracas.

De los que hacían colas largas a las afueras del Universitario para adquirir entradas y que años después también esperaban horas en las adyacencias del Centro Comercial El Recreo para comprar el abono en la tienda oficial del equipo.

Al final esas largas filas valían la pena, en especial esas últimas en las que regresabas a casa con un carnet que te hacía dueño absoluto de un asiento en la UCV durante todo el torneo, incluyendo la postemporada. Gracias a Dios hice mi cola antes del inicio de esa campaña 2009-2010, porque no sé de qué otra forma hubiese podido presenciar el jonrón de Grégor Blanco ante Francisco «Kid» Rodríguez.

Desafortunadamente, esa final ante Magallanes cerró en Valencia y el alcance del abono no daba hasta allá, pero igual no me perdí incidencia alguna del juego seis y siete en el José Bernardo Pérez, con los ojos fijos en la pantalla de mi televisor.

Recuerdo bien a «Bola 8», Juan Carlos Gutiérrez, levantando los brazos en la loma mientras se concretaba el último out del séptimo duelo por la vía 43. Pocas veces he celebrado con tanto entusiasmo como aquella noche en mi casa; quizás solo lo superó mi celebración de unos días antes en el coso de Los Chaguaramos, tras el palazo de Grégor.

En ese momento le agradecía a Gutiérrez por ser ese cerrador confiable que necesitaba el equipo. Le agradecía a Blanco por reforzarlos de semejante manera. Le agradecía a Dave Hudgens por tomar – en su mayoría – las decisiones acertadas que culminaron en el título.

Protagonista oculto:

En fin, agradecimientos iban y venían, pero fanático siendo fanático, lo último que me pasaba por la mente era agradecerle a aquellos en la oficina. El señor Ávila estaba en su segunda campaña como presidente del club en ese entonces, pero ni recuerdo si lo sabía esa noche.

El punto es que hoy sé quién era uno de los arquitectos de ese conjunto campeón. Porque si bien parte de esos jugadores llegaron mientras Ariel Prat presidía, Ávila fue básicamente su mano derecha en los años finales de su gestión.

Resultaba imposible saber que esa sería la última final que celebraría como aficionado, pues poco después comencé a ejercer mi carrera y aunque para muchos parezca difícil de creer, la realidad es que el fanatismo va desapareciendo – o por lo menos así fue conmigo – a medida que vas sumergiéndote en esta profesión. Algo en ti cambia.

Tampoco sabía que ese sería el último título de Leones que vería mi padre. La razón por la que me crié como fiel aficionado a esa organización y al beisbol, fue por él. Si yo vi ese jonrón de Grégor, mi papá vio a Víctor Davalillo, Pete Rose y Luis Tiant hacer cualquier cantidad de majestuosidades con el uniforme del Caracas. Mi papá murió en el inicio de la temporada 2019-2020.

Y nadie podía imaginarse que aquel campeonato sería el primero y último que obtendría el señor Ávila al mando de la franquicia.

Ya por ahí, por dejarme memorias de ese título de la 2009-2010, que lo recuerdo mucho mejor que el que ganaron en la 2005-2006, le debo un agradecimiento al señor Ávila, de mi parte y también de mi papá.

Pero hoy en día tengo que darle las gracias al ingeniero – casualmente la misma carrera que ejerció mi padre – por algo completamente distinto.

El fiel fanático se volvió periodista devoto. Nunca estuve a cargo de cubrir a los Leones formalmente, pero sí me tocó caminar desde el dugout de La Guaira hacia el del Caracas en varias ocasiones para hacerle el «quite» a compañeros.

Hablé con el señor Ávila en oportunidades limitadas, pero las suficientes como para comprender que su cordialidad y disposición con la prensa no eran casualidad. Hoy en día, el testimonio de colegas que charlaron mucho más seguido con él, me ratifican que el respeto hacia los de mi gremio era parte de su cotidianidad.

Tal como lo explicó un colega en particular, Efraín Zavarce del circuito radial de Leones, el señor Ávila estaba dispuesto a responder, en persona o a través de sus habituales correos, en momentos buenos y malos. Esa cualidad es poco común entre los directivos y lo digo sin ánimos de atacarlos.

Como periodista y ser humano, al ofrecer un buen trato esperas recibir lo mismo, y puedo decir que del señor Ávila lo recibí en cada oportunidad en la que tuve el placer.

Lamento mucho su partida repentina y deseo de corazón mucha fortaleza para su familia y amigos en estos tiempos tan duros.

Cierro este escrito con agradecimientos que debía; por la disposición y el respeto al interrogarlo, pero también por aquel título que si bien ya no siento como mío, siempre tendrá un significado especial por mi padre, otro león que descansa en el cielo.

Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza

Foto: Cortesía Leones.

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