El cambio de aires ayudó un poco, pero no lo suficiente. Cuando Elvis Andrus salió de los Rangers de Texas luego de una temporada 2020 en la que finalizó con un promedio de bateo de apenas .194 puntos, su llegada a los Atléticos de Oakland fue vista como un respiro, una oportunidad de comenzar de nuevo.
Y así lo fue. Andrus recuperó la titularidad, algo que había perdido en su última zafra con los texanos. Con la tropa californiana, el maracayero recibió en bandeja de plata el puesto de campocorto regular, mismo que había desempeñado en sus primeras 11 contiendas en el mejor beisbol del mundo.
Además, el paracorto tuvo la oportunidad de abandonar a un conjunto que constantemente finalizaba en los puestos sotaneros de la división Oeste de la Liga Americana, para sumarse a unos A’s que eran los principales contrincantes de los Astros en la disputa por el cetro divisional. Se esperaba que el reaparecer de esa llama competitiva que acompañó a Andrus en sus visitas corridas a la Serie Mundial en 2010 y 2011, le sirviera para renovar su juego y reencontrarse con la versión de sí mismo que lo llevó a un par de Juegos de Estrellas.
Desafortunadamente, el rendimiento del criollo no mejoró de forma considerable en su primera experiencia con los «Elefantes Blancos». Tras pasar varias semanas iniciales de la zafra con uno de los peores OPS de todo el circuito, Andrus finalizó el torneo con una línea ofensiva de apenas .243/.294/.320, con solo tres jonrones y 37 carreras fletadas en 146 choques.
Cambio de planes:
Oakland se quedó fuera de la postemporada y el alto mando del club decidió canjear a varias de sus figuras principales durante el invierno, tales como Matt Olson, Chris Bassitt y Matt Chapman, además de un Sean Manaea que también fue cambiado después de iniciar la presente campaña.
Andrus volvía a ser parte de un conjunto en reconstrucción, sin aspiraciones reales de competir este año. Su puesto estaba seguro en el lineup, pero en una divisa que evidentemente estaba enfocada en apostar por la sangre joven en 2022, eso podía cambiar en cualquier momento, en especial debido al merodeo de Nick Allen, quinto mejor prospecto de la novena, según MLB Pipeline.
Quizás una semana de resultados no signifique mucho en un calendario de 162 encuentros, pero al mismo tiempo significa todo para Andrus en esta ocasión. En sus primeros siete cotejos de la temporada hasta la noche de este jueves, el campocorto registraba una sólida línea ofensiva de .308/.400/.577, con cuatro dobles, un jonrón y tres impulsadas.
Andrus, de 33 años de edad, ha estado alineando en la parte alta del lineup del mánager Mark Kotsay hasta los momentos, a diferencia del año pasado con Bob Melvin al mando, cuando básicamente se estableció como el último en el orden ofensivo.
Esa posición en la alineación no solo habla de los buenos resultados que ha generado en el cajón de bateo el aragüeño, sino que también aumenta su valor como pelotero, pues se encuentra en un puesto que lo llevará a ver más turnos al bate y anotar más carreras, teniendo detrás de él al corazón ofensivo de su combinado.
El otrora pilar de los Rangers ha demostrado en el pasado que tiene la capacidad de mantener ese nivel productivo durante una temporada completa en el máximo escenario, por lo que tampoco resulta correcto desestimar su posibilidad de continuar bateando de esta manera para los Atléticos.
Sin embargo, tras varios años con un desempeño por debajo de lo esperado, Andrus tiene un chip sobre sus hombros, que podría ser justamente la motivación que necesitaba el torpedero para recuperar la magia que lo llevó a ser uno de los infielders más completos del circuito a comienzos de su carrera en el «Big Show».
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía Atléticos.