La burla y sus defensores: el escándalo de los Astros casi un año después

Para muchos, puede parecer ridículo que todo este tiempo después, todavía se siga escuchando del sistema de robo de señas utilizado por los Astros rumbo a ganar una Serie Mundial en 2017. Y esa es exactamente una de las cosas más preocupantes de todo esto.

Muchos argumentan que es hora de pasar la página. Que no tiene sentido continuar juzgando a los involucrados. Que ya eso pasó.

Existen otros que, que bien sea por desconocimiento real de lo ocurrido o en un desespero por defender lo indefendible, acuden a decir que el robo de señas siempre ha existido en el juego, que no es nada nuevo y no hay motivo para asombrarse. Señalan que quizás apuntamos a los Astros porque fueron los primeros en quedar al descubierto, pero que muy posiblemente todos lo hacen.

En fin, por alguna razón, casi un año después, se mantiene latente un deseo por defender lo que no se debe defender.

No, no ha sido suficiente señalamiento. No es hora de pasar la página y olvidarnos del tema. Lo que hicieron los Astros de Houston es uno de los actos más nauseabundos que jamás se haya visto en el beisbol y en cualquier disciplina deportiva profesional. Muchos parecen olvidarlo o incluso negarse a aceptarlo.

El título de los Astros siempre estará manchado

El título de la Serie Mundial de 2017 está y siempre estará manchado. Otra de las defensas clásicas de los abogados del diablo es recordar que es innegable el talento que existía en ese equipo dirigido por A.J. Hinch. Un roster repleto de jugadores que habían demostrado su valor mucho antes de esa temporada. Y el detalle es que absolutamente nadie lo niega, por lo que ninguno llegó a imaginarse algo irregular en aquel entonces, cuando los siderales superaban ronda tras ronda.

Los jugadores de ese conjunto eran y muchos siguen siendo de los mejores en el deporte, pero en una liga profesional en su máximo nivel como lo son las Grandes Ligas, donde los 30 equipos albergan a la excelencia de la excelencia en sus nóminas, cualquier ventaja es una gran ventaja. Por eso los Yanquis, una organización que tiene el capital y que decide invertir en su equipo, está varios pasos al frente de, por ejemplo, unos Atléticos que mantienen una filosofía de arreglárselas con un presupuesto extremadamente limitado.

Claro, esa es una ventaja legítima, de la que todos están al tanto y que no rompe ninguna regla. Ahora, imagínense ustedes que un equipo parta con un pie adelante producto de una fechoría, de algo irregular y desconocido para el resto.

Esa es la historia de los Astros en 2017 y el motivo por el que su título debe ir siempre con un asterisco al lado, sin importar el talento, premios y hazañas de sus jugadores. Carlos Correa ha demostrado ser un mejor pelotero que Andrelton Simmons en su carrera, pero además de ello, el primero sabía qué lanzamientos venían y el segundo no, una realidad que hay que tomar en cuenta a la hora de evaluar sus desempeños ese año, a pesar del ya conocido talento y capacidad de cada uno.

¿Quiénes son los malos de esta película?

Lo peor del caso es que cuando el mismo Trevor Bauer, quien lanzó para los Rojos en este 2020, se burlaba de los Astros con tweets o utilizando indumentarias alusivas a dicho escándalo, muchos lo tildaban de resentido, irresponsable y hasta de loco.

Cuando el pitcher de los Dodgers, Joe Kelly, se mofó de Correa con gestos de pucheros durante un juego entre ambas divisas este año, era el derecho el que recibía el castigo por “inmaduro». Y cuando parte de la afición de Los Ángeles recibió al autobús de los Astros con pancartas, botes de basura y gritos a las afueras del Dodger Stadium, fueron catalogados de vándalos y malos perdedores.

¿No puede Bauer burlarse de quienes básicamente escupieron sobre su esfuerzo legítimo por conseguir una corona de Serie Mundial? ¿Hay que crucificar a Kelly por mofarse de los mismos colegas que fueron lo suficientemente hipócritas para hacer ver como limpio un campeonato que sabían estaba manchado? ¿Están locos los aficionados californianos por querer recordarle a los jugadores de Houston que les arrebataron, con artimañas, el que pudo haber sido el primer título de su franquicia en casi 30 años para ese momento?

¿De verdad la gente los ve a ellos como los malos y no a los jugadores que conscientemente hicieron trampa durante todo el año, y una vez expuestos no recibieron ni un solo juego de castigo por ello? Sea por la razón que sea.

Los cambios forzados por la pandemia del coronavirus impidieron que los fanáticos del resto de los equipos pudiera abuchear en sus estadios a los jugadores de los Astros, como sin duda merecían, ¿pero aún así está mal que dichos aficionados pretendan expresar su frustración al respecto en las redes sociales?

Es importante destacar que aquí jamás se ha pretendido, ni pretenderá, justificar agresiones físicas o amenazas de muerte, que por ejemplo el jardinero Josh Reddick aseguró haber recibido. Hay límites para todo, pero resulta realmente inaudito observar la burbuja en la que muchos han mantenido a unos jugadores de los Astros que incluso luego de expuestos como culpables, no tuvieron la gentileza de emitir alguna disculpa a través de sus redes, de pronunciarse al respecto de alguna forma, hasta que finalmente ofrecieron una rueda de prensa en los entrenamientos primaverales que fácilmente puede ser catalogada como un chiste.

Implicados siguen recibir mayor castigo

Cuando Houston cayó derrotado en la Serie de Campeonato de la Liga Americana este año, los defensores de lo indefendible se regocijaban diciendo que a pesar de todas las críticas, según ellos, los jugadores del club habían callado muchas bocas llegando a dicha instancia. Quizás olvidaron que el equipo fue el único del joven circuito en clasificar a los playoffs con récord negativo y que la gran mayoría de sus peloteros estelares y progarnositas de aquel escándalo, registraron números muy por debajo de los habituales.

Sea como sea, los Astros y los implicados siguen saliendo extremadamente baratos de, repito, uno de los escándalos más grandes en la historia de este deporte. Otra prueba de ello es Hinch, capataz de aquel equipo, quien, de acuerdo a su mismo relato, básicamente decidió hacerse el loco con lo que estaba pasando en su clubhouse, y que terminó sirviendo una suspensión de tres meses antes de recibir una llamada de los Tigres de Detroit 30 minutos después de terminada la pasada Serie Mundial.

Por su parte, Alex Cora, señalado como una de las mentes maestras de todo, está entre los finalistas para volver a dirigir a los Medias Rojas de Boston el año próximo.

El mundo del beisbol ha olvidado demasiado rápido uno de los incidentes que más ha empañado a la disciplina en su historia. Ernie Banks, Ken Griffey Jr. y Tony Gwynn vieron culminadas sus ilustres carreras sin obtener un solo anillo del Clásico de Otoño, pero hay que respetar el que consiguieron Correa, Alex Bregman y José Altuve de forma ilícita.

Increíble, pero es mejor dejarlo hasta acá. Recordemos que está prohibido juzgarlos.

Andrés Espinoza Anchieta / @AndresEspinoza

Foto: @LosAstros

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