Ronald Acuña Jr., tan partícipe del título de los Bravos como cualquier otro

El beisbol lo quiso así, por alguna razón. Ronald Acuña Jr., ampliamente reconocido como el mejor jugador de la organización y uno de los mejores de todo el circuito, tuvo que ver desde el dugout – y no desde su habitual puesto en los jardines – cómo los Bravos conseguían el out 27 que les permitió reclamar su primer título de Serie Mundial desde 1995.

Un desenlace algo cruel, tomando en cuenta que desde su estreno en las mayores en 2018, era fácil visualizar al fenómeno venezolano como el protagonista principal de Atlanta si la divisa conseguía regresar al «Clásico de Otoño».

De cualquier forma, no es algo que haya derrumbado a la «Bestia». Acuña Jr. acompañó fielmente a sus compañeros en prácticamente cada instante de los recién culminados playoffs. Siempre, como acostumbra, con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

Pero es importante dejar algo muy claro. Aún sin su presencia en el terreno desde la segunda mitad de la temporada, los Bravos probablemente no se habrían coronado sin el impacto que causó en su momento el dos veces All-Star.

Para empezar, tampoco fue que Acuña Jr. disputó solo 10, 15 o incluso 20 juegos. El nativo de La Sabana participó en 82 desafíos antes de sucumbir frente a la lesión de rodilla que eventualmente necesitó de cirugía; es decir, exactamente un juego más que la mitad de los celebrados por todos los conjuntos en la ronda regular.

Arrasó mientras pudo:

En ese lapso, pocos – muy pocos– fueron tan buenos como él. Acuña Jr. ligó para .283/.394/.596, con 19 dobles, un triple, 24 cuadrangulares, 72 carreras anotadas, 52 producidas, 17 bases robadas y un OPS+ de 155.

Al momento de su lesión, el criollo era el gran favorito para reclamar el premio al Jugador Más Valioso en la Liga Nacional. Hasta el 10 de julio, fecha en la que ocurrió el percance físico que le puso punto final a su contienda, Acuña Jr. era líder de toda la gran carpa en anotadas, segundo en fWAR (4.2), cuarto en slugging, wOBA (.412), wRC+ (157) y bases estafadas.

La sensación guaireña registró 2.81 en el renglón de WPA (Win Probability Added o Probabilidad de Victoria Añadida), según las medidas de Fangraphs. Solo Shohei Ohtani (4.23), Vladimir Guerrero Jr. (3.22) y Fernando Tatis Jr. (2.92) contribuyeron más a los triunfos de sus conjuntos en ese período.

El guardabosques brillaba en los jardines de Atlanta en un momento de la temporada en el que el equipo estaba fracasando en lo colectivo. Incluso con el mejor pelotero de la liga durante ese período en sus filas, los Bravos cerraron la primera mitad de la campaña con balance negativo de 44-45.

Sin ese desempeño del dos veces Slugger de Plata, la historia de la organización en esos 82 desafíos pudo haber sido muchísimo más oscura; quizás al punto de que la directiva no hubiera tenido otra opción más que tirar la toalla y sentarse a esperar por mejor suerte al año próximo.

En su lugar, Acuña Jr. mantuvo a su conjunto con la nariz sobre el agua. Con las victorias suficientes como para motivar a los ejecutivos del club a buscar en Joc Pederson, Eddie Rosario y compañía, a sustitutos capaces de por lo menos remar en la dirección correcta el resto del camino.

Marcó la diferencia:

La realidad de los Bravos, antes y después del Juego de Estrellas, hubiese sido sumamente diferente – y no para bien – sin el impacto que causó el venezolano en su no tan corto tiempo de juego este año.

Ese título de Serie Mundial es de cada miembro de la novena que aportó así fuese el más mínimo grano de arena en el desempeño de la franquicia en esta campaña. Pero lo importante aquí es destacar que la contribución de Acuña Jr. fue mucho más que un simple granito.

Los grandes jugadores impactan dentro del terreno, pero también fuera de él. Obligan a alterar estrategias y a realizar movimientos tácticos que no cualquiera motiva.

Mérito para cada jugador, coach y directivo de los Bravos que siguió adelante tras perder a su jugador número uno. Pero no olvidemos que Ronald, como la estrella que es, hizo posible la construcción de la rampa de ascenso, gracias a una base sólida en terreno que venía defectuoso.

Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza

Foto: Cortesía Bravos.

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