Tiburones de la Guaira tuvieron un trágico final

El bochornoso episodio suscitado en el dogout de Tiburones de La Guaira en el juego del jueves escenificado en Puerto La Cruz, que tuvo al manager Renny Osuna y al jugador Luis Villegas como protagonistas, no fue más que un reflejo de la frustración que allí adentro vivieron tras no conseguir dividendos positivos sobre el terreno de juego.

Las actitudes tomadas por cierta fracción del plantel escualo, así como la del piloto, distaron mucho de aquella imagen de unión, familiaridad y compromiso que existió en el entorno del clubhouse por toda la eliminatoria regular; así como también en la primera ronda de los playoffs.

Simplemente Tiburones no respondió.  O no de la manera esperada y todo aquello se derrumbó en la semifinal contra Caribes de Anzoátegui, propiciando así un trágico final para una temporada en la que las opciones de acabar con la sequía de títulos eran grandes. Y ahora, por el contrario, se extendió a 34 años sin saborear las mieles del campeonato.

Bates apagados

Si bien esa ruptura interna tuvo influencia en la barrida que sufrieron a manos de la tribu oriental, a ella no se le puede atribuir la responsabilidad total de la eliminación. Hubo otros factores preponderantes, certificados en los box score de los careos y uno de ellos fue la ausencia de ofensiva.

Haber sido el conjunto con el promedio más alto de toda la liga hasta este punto, después de arrojar .302 de average en la primera etapa y .319 en la serie inicial de postemporada contra Leones del Caracas, no le bastó a La Guaira para intimidar a los lanzadores aborígenes, quienes ejercieron dominio con cierta comodidad.

Tan solo el refuerzo Daniel Mayora y el infielder Edgar Durán pudieron hacer daño con el bate en la mano. Entre ambos se combinaron para impulsar 5 de las 7 rayitas que anotó Tiburones en los cuatro encuentros.

Mayora resultó toda una apuesta positiva para Tiburones. Sin embargo, su esfuerzo resultó en vano. Terminó su primera participación con el uniforme del club representativo de su estado natal con .389 de promedio, producto de 7 imparables, incluido un doble, en 18 turnos oficiales en la semifinal.

La decisión que cambió todo

Durán, aquel jugador sustituido por el mandamás Osuna en el noveno inning, con el juego igualado a cero y las bases llenas, para darle el turno al recién incorporado Miguel Rojas, cerró como el paleador más fructífero. Remolcó a cuatro compañeros, todos en el partido de la eliminación. Registró .357 de average tras 5 hits en 14 apariciones lícitas en el home plate.

Alberto González y Luis Villegas de algún modo también se hicieron sentir al registrar .333 de promedio. Sin embargo ninguno pudo tener mayor aporte a la causa escuala.

El resto de los componentes del lineup titular quedaron a deber. Danry Vázquez, el hombre más importante en todo el certamen, tuvo una caída estrepitosa de manera involuntaria con una sola fletada y bajo promedio de .267.

Lo mismo ocurrió con Omar Carrizales, Junior Sosa, Leonardo Reginatto e incluso Junior Sosa y Heiker Meneses. Todos fueron maniatados por el staff de monticulistas anzoatiguenses, que llegó a la serie como uno de los puntos débiles de la tropa que dirige Jackson Melián.

Pitcheo y defensa eclipsadas en Tiburones

El aspecto más fuerte de Tiburones de La Guaira en esta edición 2019-2020 de la LVBP fue su pitcheo. Y aunque contra Caribes no les fue del todo mal, sucumbieron en los momentos de mayor apremio.

De hecho, Guillermo Moscoso, quien estaba llamado a ser el as de la rotación para la instancia previa a la final, no pudo cumplir con su misión y fue castigado por la prominente toletería indígena.

De los iniciadores, el refuerzo proveniente de Tigres de Aragua fue el único que falló. Los otros cuatro efectuaron con solides sus actuaciones, pero no recibieron el respaldo suficiente como para convertirse en triunfadores.

Los miembros del bullpen desentonaron. A pesar de que no fueron azotados como tal, las bases por bolas los metieron en problemas, mismos que Caribes supo aprovechar para causar estragos.

En 20 episodios otorgaron hasta 23 boletos, cifra que representa más de un cuarto del total que consiguieron en la fase regular (88), en casi 200 episodios (198.2). Incluso, el relevo guairista se quedó con  tres de los cuatro descalabros, incluido el último en el que Anzoátegui anotó la carrera de la victoria (5 a 4) tras un pasaporte con las almohadillas repletas regalado a Denis Phipps.

Guantes perdidos en Tiburones

A descargo de los serpentineros, la defensa también fracasó en el momento menos indicado.

 Después de superar los primeros seis juegos de los playoffs de manera perfecta, sin cometer error alguno, en esta semifinal incurrieron en hasta cinco pifias, al menos una por juego y todas costosas.

En el enfrentamiento del domingo que Caribes ganó 2 a 0, las dos anotaciones fueron sucias tras pecados consecutivos de Héctor Sánchez y Alberto González. Mientras que el jueves, los orientales pisaron el plato en hasta tres ocasiones en el mismo primer episodio tras dos errores consecutivos de Heiker Meneses, el jugador más solvente de la defensa en toda la temporada.

En total, de las 21 carreras que admitió el pitcheo litoralense solo 16 fueron lícitas.

Todo esto solo evidencia una cosa: que a Tiburones nada le salió bien en la semifinal y que como parte de una reacción en cadena, la desgracia trascendió más allá del diamante y se instaló en el seno de la organización para que se despidieran por la puerta de atrás.

Escrito por: Rayner Rico / @RaynerRico29

Foto: Rayner Rico

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