No solo fueron los dos goles, ni cuántas veces tocó el balón. Es lo que con su sola presencia genera a los demás, a esos que vestidos de corto lo rodean dentro de la cancha. Cristiano Ronaldo quería revancha y la consiguió.
En octubre el covid-19 le ganó el duelo al portugués y la Juventus cayó 0-2 frente al Barcelona en Turin. Fue evidente su ausencia, el campo verde del Juventus Stadium lloró por no verlo competir.
La diferencia entre un partido sin él a otro con su participación es abismal.
Cristiano motiva, inspira, compite y transmite. Es un líder y todos corren con él. Por eso con el ‘7’ sobran las estadísticas. Sus goles son influyentes, pero lo que produce en la cancha no están en las aplicaciones.
Cristiano fue efectivo, como siempre
Juventus necesitan ganar por tres goles, esa era la misión para su viaje a Barcelona. Y para muchos era solo el morbo de Messi frente a Cristiano, ya estaba todo dicho en el Grupo G.
Sin embargo, para CR7 nada estaba dicho. Tenía la espina de perderse el partido de ida y volver al Camp Nou, estadio que guarda viejos recuerdos suyos, es motivo de inspiración.
Por decimoséptima vez el lusitano visitó el feudo catalán, quería marcar y lo hizo por partida doble. Había facturado 12 dianas y con los dos frente a ter Stegen, desde el punto penal, llegó a 14. Unos registros fuera del alcance de algún mortal de este deporte.
Y logró su objetivo: clasificar de primero a los octavos de final. Después de marcar su doblete, en los minutos finales, de dedicó a sacrificarse defensivamente e incluso hizo una cobertura efectiva para desarmar un ataque de Leo Messi.
Así fue el regreso de Cristiano a Barcelona, imponente y efectivo. Sin brillar ni dar un recital, pero sí con la sangre fría para cobrar las facturas en épocas decembrinas.
Es Cristiano Ronaldo.
Escrito por: Raúl Zambrano Cabello / @ZambranoPoesia
Fotos: Agencias