Hoy se cumple una semana desde que inició la Superliga de Baloncesto en la Isla de Margarita. Y hay que reconocer, hasta ahora, ha sido un éxito.
Meses atrás se entrevistó a Oswaldo Narváez, Gerente General, en esta página para hablar de lo que se pretendía hacer con dicho torneo. Normalmente es difícil organizar algo en Venezuela, pero en una época de pandemia global las problemáticas se multiplican.
En esa entrevista se nombraron cosas que, para una buena parte de la fanaticada del baloncesto -incluyendo a este redactor- parecían imposibles. En Twitter más de uno salió a catalogarlo de «impensado» o «fantasioso». Otros respondieron con tonos de burla. Pero aquí está la Superliga prometida. Hablando por ella misma.
Hay cosas que variaron. La fecha se atrasó un poco, se juega en una sola ciudad -la idea principal eran dos sedes- , se bajaron algunos equipos, circunstancias menos que recriminables.
Desde afuera, y por lo que se ve de adentro, resulta impecable. Empezando por las medidas sanitarias. Alcohol en la pelota antes del salto entre dos. Todos los delegados con barbijos. Distancia social respetada por los jugadores en el banco.
Y lo que más destaca en una liga profesional hecha en Venezuela, la cobertura. Tantos se rieron cuando se habló de transmitir los partidos por streaming. Y ahí están. En Youtube. Uno tras otro, jornada tras jornada. Sin falta. Agregado a eso, repeticiones, conteos de mejores jugadas, hechos revividos en las redes sociales para los que no pudieron verlos en vivo. Realmente, ha sido una evolución.
Cuando se habla de «la evolución del baloncesto», no se refiere a una mejoría en el nivel deportivo. Se trata de una evolución a nivel mediático, logístico. Una competencia donde un juego se dicte para una hora y a esa hora empiece.
A todo esto se le suma la buena imagen que refleja. Nada de propagandas políticas, nada de reforzar posturas. En una cancha de básquet se ve, se habla y se escucha baloncesto nada más. Los patrocinadores nos permiten esta paz en la burbuja. Bien -y gracias- por ellos, que apoyan todo esto.
Los detractores no iban a faltar
Otros se quejan de la «falta de nivel» que existe. Tal vez no sea el torneo de mayor atractivo para el espectador acostumbrado a ver a Lebron James volcarla o a Stephen Curry meter tiros de 7 metros. Pero al verdadero fanático del baloncesto criollo le alegra la oportunidad que están recibiendo los chamos hoy por hoy. Hace años era una locura imaginar a los de 20-22 años titularizar en el baloncesto nacional. Aquí lo estamos viendo. Así igual, están varios de la Selección Nacional.
«No hay importado» dicen algunos. Que lo sigan diciendo. No muchos tenían expectativas de ver básquet nacional este año -una vez más, este redactor tampoco- y lo estamos teniendo. Digno de ver, disfrutar y analizar. La Superliga, por los momentos, ha cumplido. Y esperemos que siga así.
Escrito por: Santiago Aceituno R / @SantiAce23
Foto: Rowerth Goncalves