Ray Allen es recordado como uno de los mejores tiradores de la historia, y si no fuera por la inminente toma de Stephen Curry, sería el No.1 de manera unánime. Tal día como hoy, 10 de febrero, en 2011, durante un partido entre los Lakers y los Celtics, el escolta de los verdes anotó su triple 2561. Así alcanzó a su antecesor, Reggie Miller, en la lista de más conversiones más allá del arco en la temporada regular.
Esa noche ganaron los angelinos 92-86 en el TD Garden. Kobe Bryant y Pau Gasol lideraron a los visitantes superando la veintena de unidades cada uno. Mientras que por la localía, fue el mismo Allen quien comandó la ofensiva con 20 tantos, incluido un 3/8 en 3PT.
Lo hizo en su décimo quinta campaña, con su tercer equipo y con el que consiguió su primer anillo. Necesitó 200 juegos menos que el ex-Pacers para llegar a dicha cifra. En ese momento, ya muchos lo catalogaban como el más grande y no había ninguno que pudiera asomarse a sus registros.
De bueno a especialista
En sus primeros vistazos era un jugador sumamente atlético. Un anotador de todos los colores que logró disputar el Juego de las Estrellas en 10 ocasiones. Con los Milwaukee Bucks y los Seattle Supersonics era la figura principal, en estos últimos, formó una pareja letal a distancia, los que algunos llaman «Los Primeros Splash-Brothers» junto a Rashard Lewis.
Sin embargo, fue traspasado a Boston e integró un plantel especial. Uno de los Big Threes más importantes de la década, sino el de mayor talento concentrado: Ray, Pierce y Garnett. Con más personalidades de peso a su alrededor, bajaron sus números, aunque su nuevo rol dejó el sello de su carrera.
La definición de «tirador» se explica fácilmente con videos de aquel equipo dirigido por Doc Rivers. Trotando por la cancha, saliendo de cortinas, parado en las esquinas, un francotirador esperando su oportunidad para disparar mientras le abre espacios a sus compañeros sin tocar la naranja. Fueron campeones en su primer año juntos. El No.20 pasó de promediar 26 puntos a 17.
Su mecánica, veloz y eficaz. El especialista en catch&shoot (atrapar y tirar). No le hacía falta driblar y sacarse a su defensa para soltar esos latigazos que enfriaban partidos, silenciaban estadios y gastaban mallas noches tras noches.
Ray Allen concretó una canasta para la eternidad
Claro que un tirador experto no puede quedar en la historia sin algún acierto icónico, sobresaliente. Pues ese dardo cayó en su segundo campeonato, con la camiseta del Miami Heat. Se sumó al tridente de James, Wade y Bosh para ayudarlos a repetir la hazaña del título, aunque seguramente no esperaba que fuera a ser tan decisivo.
Juego 6 de las finales, contra San Antonio Spurs. Luego de un triple de LeBron y un fallo de Kawhi Leonard en la línea de libres, el partido que le entregaba el trofeo a los tejanos le dio esperanzas al Heat. «El Rey» falló el triple de empatar, Bosh agarró el rebote y habilitó para el mejor jugador que hubiera podido estar en ese rincón derecho. Encestó a falta de cinco segundos, se llevaron la victoria y más adelante el premio completo.
Puede ser cuando superó a Miller, o tras anotar el «tiro más clutch» de la NBA en su vida. No caben dudas del legado que dejó Ray Allen. El juego cambió y se lanzan más triples, gracias a Curry, quien tarde o temprano se hará con la corona en el top, hasta ese momento, que puede suceder en la próxima temporada, el bicampeón seguirá siendo el «Rey del Triple» en los papeles.
Escrito por: Santiago Aceituno R / @SantiAce23
Foto: San Diego Union Tribune