El nombre de Miguel Rojas es sinónimo de una excelsa defensa en Venezuela. Años de elegancia y excelencia en el campocorto de los Tiburones de La Guaira le permitieron ganarse ese privilegio. Pero el mirandino siempre aseguró que su juego iba mucho más allá del guante. Con bate en mano, en todo momento se consideró una amenaza.
Ya es hora de que esas palabras de Rojas reciban el reconocimiento que merecen, porque únicamente arrojaron la verdad. Quizás el criollo no ha sido campeón bate todavía, ni líder en cuadrangulares, pero durante varios años ha dado señales claras de que su madero es tan admirable como su habilidad de hacer jugadas de feria en las praderas cortas.
En la pelota local, «Miggy Ro» exhibe un respetable promedio vitalicio de .264 puntos, que es muy parecido al que registra en ocho años como ligamayorista (.267). Además, Rojas ha tenido campañas con averages sobre .300 puntos en ambos circuitos, que por alguna razón pasan por debajo de la mesa hasta el día de hoy.
El paracorto conectó para .301 de promedio en su segunda zafra con los escualos, misma en la que disputó 48 desafíos. Asimismo, en la recorta contienda anterior con los Marlins, Rojas ligó para .304 en 40 compromisos.
Sí, se trató de una cantidad limitada de encuentros en las dos ocasiones, pero una vez más debemos recurrir a las señales que desesperadamente ha enviado Rojas a lo largo de los años. En su primera contienda con Maimi en 2015, su average fue de .282 en 60 duelos, mientras que dos años más tarde terminó con .290 en 90 desafíos disputados. El mejor ejemplo podría ser lo conseguido en 2019, cuando marcó .284 en dicho departamento tras ver acción en 132 choques y tomar 483 turnos en el máximo nivel del beisbol.
2021, su nueva demostración:
Rojas también puede batear, tal como lo ha asegurado desde hace varios años. Lo que está ocurriendo en la presente temporada, y particularmente en el mes que transcurre, no puede ser visto como una casualidad o golpe de suerte.
El veterano se ha convertido en uno de los principales baluartes ofensivos del mánager Don Mattingly. En sus 36 juegos iniciales de este año, su línea ofensiva fue de .292/.370/.462, con un OPS de .831 puntos, que es el cuarto más elevado entre todos los defensores de su posición en lo que va de zafra.
Su sólido desempeño en el cajón de bateo ha llegado a otro nivel durante mayo, mes en el que ligaba para .378/.429/.689, con un OPS de 1.117 tras una docena de enfrentamientos. Antes de la jornada sabatina, Rojas estaba entre los mejores seis toleteros de todo el beisbol en renglones como promedio, slugging y OPS desde que culminó abril.
A pesar de que sus percentiles indican que podría haber una regresión en sus números próximamente, tomando en cuenta que no está chocando la bola con gran contundencia, Rojas tampoco marcó el mejor porcentaje en el departamento de conexiones sólidas en 2019 y se las arregló para finalizar con un buen promedio.
Si a ese rendimiento en el plato se le suma su habitual solvencia en el campocorto – su marca de 0.9 de UZR era la sexta mejor entre los torpederos de la Liga Nacional hasta el viernes – y el liderazgo que ha asumido en el clubhouse de los peces durante los últimos años, Rojas se convierte, indudablemente, en uno de los jugadores de mayor valor para su equipo en todas las Grandes Ligas hoy en día.
Su guante es maravilloso, pero su bate no puede seguir pasando por debajo de la mesa. Y aunque Rojas no llegó tan allá en sus pronósticos como para asegurar que se ganaría una invitación al Juego de Estrellas, a este punto en su evolución como pelotero, su primer viaje al «Clásico de Mitad de Temporada» parece más una revelación que una predicción.
Escrito por: Andrés Espinoza Anchieta | @AndresEspinoza
Foto: Cortesía Marlins.