El campo olímpico está minado de figuras resplandecientes, revestidas todas de aureolas particulares, pero en la actualidad, vista la jornada dominical mañanera para los venezolanos, noche para los anfitriones, Yulimar Rojas, de apenas 25 años, oriunda de Caracas, con tres espectaculares, ejemplares saltos en el Estadio Olímpico de Tokio, atrapó el título de “Una sola Diosa”.
Para categorizar su desempeño histórico el primero de agosto del 2021, en el primero de los saltos, energizada por el aliento, aplausos de los pocos pobladores del estadio debido a la pandemia, Rojas elevó su fe y esperanzas en la triple acción para marcar 15 metros con 41 centímetros. Pulverizó el récord olímpico, con el hándicap de haber dejado en la tabla de pique 6,5 centímetros. El oro estaba en camino, en la distancia el atisbo por el registro mundial.
La inspirada noche marcó un bajón en la segunda acometida. Apenas, sin ser peyorativo el vocablo, 14 metros y 53 centímetros, más una falta en el tercer asalto, como en premonición de lo que se avecinaba.
Cuarto intento, asomo de lo que sería un salto histórico para Yulimar Rojas
Cuarto intento. La genialidad de Yulimar Rojas atesoraba en una sola acción la salva de aplausos que salía de las tribunas. Es su rito, acompasado por las mediciones y la gestualidad previa a la acción. Mirada al fondo, caderas al vuelo, un centímetro de regalo en el taco de pique y 15,25 metros marcan un destino.
Más adelante, quinto vuelo, otro yerro, segundo del día. Para Yulimar, insaciable, le restaba la última oportunidad
El cierre, de antología. Ritual en máxima expresión. Salva de aplausos en las gradas, voces, gritos de inspiración en las cercanías del carril de impulso. Medición de dos pasos atrás para el posicionamiento, excentricidad contagiante, un giro, mirada al infinito y el vuelo hacia la eternidad, empujada por las alas del triunfo para marcar 15 metros, 67 centímetros y destrozar la marca mundial vigente hasta ese momento, en poder de la ucraniana Inessa Kravets desde 1995.
Un vuelo para la posteridad: Una sola Diosa
El sexto vuelo, para la posteridad, con objetivo y destino marcado, dejó la diosa al desnudo bajo los esplendores de la gloria, sólo revestida en la parte superior por un top bañado con los afamados colores de la Vinotinto y un cachetero azul cielo, cielo infinito en el que hoy, para los venezolanos y el mundo, aparece incrustada la “Única Diosa”.
En el colofón, la reacción natural, efervescencia pura, gritos, festejos, la fruición de la victoria con su entrenador Iván Pedroso y un largo estirón en el tartán, a un costado de la pista, donde reposan los héroes.
Escrito por: Frank Depablos Useche / @Frankdepablos1
Foto: @WorldAthletics